Capítulo 1

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"Sentada en el suelo, pensando que te quiero, que te quise y que tu amor es necesario."

Jennie acomodó su mochila en el hombro derecho, y siguió caminando cuando el semáforo se lo permitió.

Era invierno cuando las clases iniciaron y este era el primer día de el, en la misma que siempre. No deseaba encontrarse con las mismas personas que la maltrataban todos los días, toda la semana.

Ella necesitaba quedarse en casa porque no tenía ganas de salir, su cuerpo no tenía fuerza, se sentía débil, vulnerable e inservible. Sin darse cuenta, estaba en frente de las enormes puertas de la Institución, nada había cambiado. Todo permaneció igual... exactamente igual.

Emprendió su camino derecho a la biblioteca hasta que tocara el timbre de entrada a clase, el timbre que odiaba, el que aborrecia. Bajó las escaleras, y caminó derecho hasta encontrarse con dos puertas de madera negra, estas brillaban y tenían un cartel arriba donde decía "Biblioteca", tiró de esta para poder entrar a ese lugar, sin duda... su lugar favorito.

Saludó a la señora Ariston, quién siempre permanecía con una sonrisa en la cara, a pesar de sus años, sus arrugas no eran más notorias que el año pasado, pero su cabello cada día estaba más blanco, y sin brillo. Aunque siempre sus ojos azules respalndecían a cualquiera que supiera admirar la belleza en alguna persona u objeto.

A esa hora nadie habitaba la biblioteca. Jennie no entendía como eso era posible, tenía montones de libros para leer, había de historia, acción, romance, suspenso, terror, literatura, ficción y más. Ella tenía una adicción con los libros de romance porque, anhelaba tener una vida romántica, llena de pasión, lujuria, besos, caricias... AMOR.

Llegó a la sección de romanticismo, y entre tantos libros, escogió uno... "Hermoso Desastre" de Jamie McGuire. Una amiga en sus vacaciones le contó que había leído el libro, y le encanto, entonces Jennie lo leería para saber si era bueno o no. Salió de la estantera, y se encontró con un chico sentado en la mesa de enfrente, sonrío para sus adentros al darse cuenta de que no era la única persona que decidía leer antes de formar parte de un grupo de porrista, o en el caso del castaño: un jugador de futbol americano.

- Hola - Susurró el chico cuando Jennie se sentó en la mesa.

- Hola -

-¿Tú eres Jennie Kim? - Preguntó este observándolo fijamente.

- Sí, ¿Por qué? -

- No, por nada -

Al decir esto, el chico se levantó y salió de la biblioteca. Jennie se sintió estúpida, humillada y sobre todo avergonzada, creía que alguien la entendería. Pero no, estaba sola... como siempre.

Sus ojos se cristalizaron al pensar que siempre debía ser lo mismo, y cuando abrió el libro para empezar a leer y meterse en su mundo, sonó la campana. Se quejó en silencio, volvió a dejar el libro en donde estaba antes y caminó hacia el salón.

Entró por la puerta bruscamente por los empujones que recibía (Al igual que todos) y fue al último asiento de la fila derecha. Ese era su lugar por que permanecía contra la ventana, y cuando llovía o nevaba podía ver los copos de nieve o las gotas de agua caer frente a sus ojos. Sonrió.

- ¡Jennie! -gritó Roseanne - ¡Eres valiente!
Volviste a este colegio en vez de cambiarte... ¿Quién lo diría? - Jennie asintió con la cabeza como una completa imbécil mientras la novia de Roseanne llegaba a su lado.

- Oh, déjala... ¿Para que prestarle atención? - Sonrió mirándola de costado, haciendo a Jennie sentirse insegura.

Cerró sus ojos con fuerza para evitar que las lágrimas corrieran por sus mejillas, sentía la necesidad de correr al baño de su casa, mirarse al espejo y, con una navaja... sentirse satisfecha.

El gorro de lana beige que llevaba puesto dejó de sentirlo en su cabeza. Abrió los ojos y Roseanne estaba a su lado con su gorro en su cabeza. Empezó a decir cosas sobre este y que tan mal quedaba en su cabello castaño.

La ignoró como solía hacerlo el año pasado, y aunque quería intentar no creer lo que los demás decían de ella, no podía. Sentía que todas las palabras contra ella eran ciertas. Por eso mismo se desquitaba con su cuerpo para satisfacerse.

- ¿Vas a llorar? - Dijo la novia de Roseanne haciendo un puchero en broma contra ella.

Todo el equipo de futbol rodeó su banco y se tensó. Pensó en qué le harían. No estaba el profesor presente para detenerlos. Se sintió vulnerable, frágil como el papel.

- ¿Quieres llamar a tu mamá para que te venga a buscar? ¡Cierto, no puedes! Está muerta -

Jennie agachó la cabeza en ese instante. No toleraba que jugaran con su madre porque no era algo chistoso, no se podía bromear con eso, pero sin embargo lo hacían.

En especial Suzy. Ella tenía todo lo que una adolescente quiere tener, y por eso era como era. Jennie deseaba tener su vida, pero al mismo tiempo no.

Cuando bromearon sobre la muerte de su madre, Roseanne se quedó callada, Jennie lo notó. Pensó en si le habría pasado algo así. Pensó en que, si perdió un familiar, ninguno de sus amigos se había enterado.

- Jennie, haznos un favor a todos y vete con tu madre -

Llegó el profesor a la clase y Jennie pidió permiso para ir al baño. El profesor la dejó salir.

Al entrar a esté se miró al espejo. Sus ojos cristalinos, sus labios pálidos, su cabello desordenado, sus lentes de contacto le molestaban. Acarició su muñeca y las ansias de cortarse hasta perder la mayoría de la sangre para morir fueron muchas. Respiró hondo y bajo la cabeza, comenzando a llorar. No entendía por que todo le debía pasar a ella... ¿Qué le hizo ella al mundo para que la trataran de esa manera? ¿Qué les hizo Jennie para que le desearan la muerte? Sin duda alguna, Jennie quería realizar la tarea de quitarse la vida porque, ella estaba sola en su vida y siempre lo estará.

𝘓𝘦𝘵 𝘔𝘦 𝘋𝘪𝘦 - 𝘊𝘩𝘢𝘦𝘯𝘯𝘪𝘦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora