Capítulo 5

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“Pero amor como el mío nunca encontrarás.”

A la mañana siguiente, el clima sorprendió a Jennie más de lo usual. El cielo estaba cubierto por algunas nubes, y con el sol oculto por alguna de estas. Refunfuñó. Era un lindo día como para llevar sus habituales camisetas de manga larga o como para llevar consigo una sudadera, pero no podía andar por ahí con sus brazos descubiertos. Tenía marcas adornando su piel y no iba a mostrarlas como si nada pasara.

Abrió la ventana de su habitación. El aire era cálido, fresco, puro y limpio. Sus brazos dolían cada vez que los flexionaban; al dañarse no pensó en el dolor del día siguiente que esto le traería, sólo pensó en la manera en que la hacía sentir en ese mismo momento.

Su padre tocó la puerta.

- Jennie, estoy apunto de salir al trabajo, ¿Estás mejor? –

Instintivamente miró sus brazos.

- Sí, ya estoy bien. Suerte en el trabajo papá –

- Suerte en la escuela Jen – Dicho esto, se fue.

Cuando Jennie escuchó la puerta de la casa cerrarse, abrió la puerta de su habitación y bajó a comprobar si su padre ya se había marchado.

Fue a su armario y en el último cajón buscó unas vendas que tenía guardadas para situaciones como estas.

Se deshizo de su pijama y se cubrió doble sus heridas por si se le abrían, así las vendas podrían detener la sangre, por lo menos un rato. Las apretó con fuerza para que estas se le quedaran bien ajustadas a su antebrazo.

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La cantidad de maquillaje que se había puesto en su rostro fue increíble. Cuando se vio en el espejo de su baño, sintió pena por si misma. Había cinco moretones alrededor de su rostro y dos más en su cuello.

Al entrar al Instituto, iba con la cabeza baja. Había perdido sus lentes de contacto, por lo tanto, llevaba gafas.

Llegó a su taquilla, y buscó su libro de biología. Jennie quería abrir su respectivo locker pero una chica con cabello rubio platino y flequillo despeinado, estaba apoyada contra la taquilla.

- ¿Tu eres Jennie, verdad? –

La chica se hizo a un lado permitiéndole a Jennie sacar su libro.

- Sí, ¿Quién eres? –

-Mi nombre es Lalisa Manoban. – Dijo y acomodó su mochila apoyándose en otro casillero.

- Ayer vi que tuviste un problema con Suzy, así que le he preguntado y ella… -

Jennie frunció el ceño.

- ¿Tú has sido? ¿Qué no sabes como es ella? Sí estabas aquí debiste haber escuchado cuando me dijo que no contara nada. – La interrumpió furiosa y cerró su casillero de golpe.

- ¡Perdón! Si lo escuché pero pensé que tal vez si te preguntaba a ti no me dirías. –

Jennie se rió con un tono sarcástico.

- Hubiera preferido que me lo preguntaras a mi. Cuando Suzy se enteró ella… - Jennie al darse cuenta de lo que iba a decir se quedó callada.

Lisa alzó las cejas esperando a que ella acabara la frase.

- No fue nada lindo, ¿Bien? Ahora, te daré un consejo de vida: no te metas en cosas ajenas. – Dijo con un tono imperativo.

Gracias a ella, fueron a su casa solo para golpearla. Le causaba ganas de tomar la cabeza de Lisa y chocarla contra los casilleros hasta morir.

𝘓𝘦𝘵 𝘔𝘦 𝘋𝘪𝘦 - 𝘊𝘩𝘢𝘦𝘯𝘯𝘪𝘦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora