“Tu serás lo que yo tanto buscaba y yo creía que no existía.”Lisa y Jack estaban fuera del hospital a los cinco días, el padre de Jennie la presionaba para que le contara quién había sido la persona que le hizo tal cosa. En el Instituto sabían que la responsable era Suzy pero, nadie nunca habló sobre ella.
Los rumores corrían por los pasillos del colegio demasiado rápido; las risas y las miradas que nunca antes había recibido aparecían en su camino. Cada vez que Jennie caminaba con sus libros en la mano, cada vez que entraba al salón, entraba a la cafetería o al baño, las charlas cesaban y todos se le quedaban mirando. Se notó que había sido lastimada por alguien y ese alguien era Suzy, entonces ese rumor que iba y venía, se confirmaba.
Roseanne, uno de esos días no fue al Instituto ya sea porque no tenía ganas de ir o por el yeso que cubría su brazo… Tardó una semana en poder salir del hospital por las recetas y chequeos que le tenían que hacer y fue uno de esos días en los que la rubia conoció a su mamá.
Jennie no sabía que los padres de Roseanne se habían divorciado cuando ella era pequeña y entonces, entendió que no sabía mucho sobre la rubia como ella sabía de la historia de Jennie. Tal vez era porque siempre se mantenía cerrada sobre su vida personal pero, Roseanne siempre estaba ahí para ella, pero capaz y Jennie nunca lo estuvo para la rubia por todos los problemas que se ponía ella misma y su cabeza.
El médico que había atendido a Jennie en las dos últimas veces que visitó el Hospital, le recomendó que fuera a un psicólogo. Su padre, quien siempre intentaba ver lo bueno para su hija por más que tuviera errores, pensó en que también era buena idea, alguien que le ayude a ver su vida de otra manera podría sacarla del juego que su mente jugaba contra ella. Jennie no quería saber nada al respecto, no podía confiar en una persona cualquiera y contarle sobre su vida, sus defectos, sus marcas, sus cicatrices, sus sentimientos e inseguridades. No era así de fácil, nunca había sido de esa manera.
Roseanne y Lisa apoyaron la idea de su padre y en ese momento, la castaña dijo que no tenía apoyo de nadie, pero estaba dramatizando toda la escena, tal vez sí necesitaba ir a un psicólogo.
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Estaba sentada con las manos sobre su regazo mirando hacia las diferentes pinturas que colgaban en la pared de la sala de espera de la Dra. Hirai, las paredes eran de color naranja y por lo que alguna vez había escuchado por ahí, decían que ese color significaba: alegría. Es un color alegre, que estimula a la gente, y es antidepresivo. No le gustó y entonces, se sintió como el color negro: fría, aislada, sola y oscura. Los sillones donde estaba acomodada eran blancos: luz, bondad, inocencia.
Se fijó en todos los detalles que había alrededor de la pequeña sala y reconoció que casi todos los colores estaban en alguna parte del espacio, no sabía si realmente se deseaba dar un significado, si realmente significaba algo o si solo estaba alucinando y pensando cualquier cosa por el hecho de que en algunos momentos iba a entrar a un cuarto con una persona desconocida a hablar de todos sus problemas.
La niña que salió del lugar de la Dra. Hirai, tenía tan solo unos siete años. Se preguntó por qué una niña de tal edad iba a ese lugar... Entonces, recordó que todas las personas tienen problemas; siendo niños, adolescentes, adultos o ancianos. Así era la vida, las personas estaban llenas de problemas, no importa que tan grande o que tan joven seas, algo siempre va a perturbar tu mente como si fuera una máquina de aniquilar.
La Dra. Hirai era muy joven para lo que Jennie se había imaginado. Tenía puestos unos jeans negros con una blusa blanca que era demasiado holgada... O ella capaz era demasiado delgada. El punto es que, le dijo que pasara mientras saludaba a la madre de la niña que justo acababa de salir.
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𝘓𝘦𝘵 𝘔𝘦 𝘋𝘪𝘦 - 𝘊𝘩𝘢𝘦𝘯𝘯𝘪𝘦
Fanfiction- ¡Jennie! - Exclamó, y corrió a su lado tomando su muñeca por debajo de la cazadora. - ¿Por qué me salvaste? - - Jennie... ¿Querías que te atropellara el autobus? - Frunció la ceja, y agarró con fuerza su muñeca, la acarició. En ese momento sintió...