Capítulo 12

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El lunes por la mañana, Jennie permaneció sola en el Instituto.

Lisa le mandó un mensaje diciendo que no podría ir ya que estaba enferma, y ahí fue cuando Jennie empezó a temblar… Sin Lisa no podría caminar con tranquilidad por los pasillos, no podría estar tranquila porque cuando estaba con la rubia, Suzy solo la insultaba, y ahora… estaba sola; podían lastimarla.

Jennie chocaba la punta del lápiz contra el escritorio cuando una mano que mostraba una perfecta manicura se apoyó en su escritorio. Levantó la vista, y Suzy le sonrió de lado. 

“Oh, Dios mío.” 

La clase había terminado, y ahora, todos se irían a su casa… menos Jennie.

Suzy la tomó del borde de su camisa, y le rompió una parte de esta. 

¡Lo que le faltaba! Que le rompieran todas las camisas que se llevaba al maldito colegio.

- Estas sola… y en el salón no hay nadie que pueda defenderte. – Dijo Suzy mirando a los alrededores. – Tampoco está ese nuevo novio tuyo, el grandote… - Rió, y la levantó por la camisa del pupitre. 

Suzy la apoyó contra la pared, sin golpearle la cabeza y llevó sus manos a la cadera de Jennie. La miró de arriba abajo y después soltó una carcajada… Jennie sentía inseguridad en ese momento. Suzy la señalaba con el dedo índice, y le decía cosas feas sobre su cuerpo, su ropa, su rostro, y su manera de peinarse. Una puerta se abrió, y una chica con ojos oscuros y cabello rubio apareció… era Roseanne.

Jennie agradeció al Cielo que apareciera. Si era buena; se llevaría a su novia y esta la dejaría en paz hasta que pudiera escapar del Instituto. Pero, si era mala; vería como Suzy la golpeaba hasta dejarla sin respirar.

Roseanne las miró, y cuando Suzy llevó una mano en la mejilla de Jennie la pelinegra avanzó hasta tomar a su novia de la cintura, y besarla en el cuello. El agarre de la rubia se fue relajando, dejándole a Jennie el tiempo para escapar.

Si corría, podía salir del Instituto y alejarse lo suficiente para que Suzy no la alcanzara pero, su mente estaba en otro lado, y si en vez de caminar, corría, algo podría pasarle por estar desconcertada.

Iba por la calle cuando sintió pasos detrás de ella. Paró en seco, giró la cabeza, y no había nadie. Siguió caminando por la vereda rota y casi tropieza; escuchó una risa ronca detrás de ella, repitió los pasos de la otra vez, y se encontró con las casas, y sus jardines perfectamente cuidados.

Ignoró eso que le había pasado, y al doblar en la siguiente cuadra, se quedó ahí contra la pared para ver quién era la persona que le seguía. 

La persona misteriosa giró, y se encontró con Jennie mirándole, era Roseanne.

“Otra vez ella.” 

- Eres una plaga, estas en todos lados. – Dijo la castaña.

La rubia soltó una pequeña risa y se acercó a Jennie. 

- ¿Estás bien? –

Jennie rodó los ojos, y se acomodó un mechón de cabello que le caía por la mejilla derecha.

- ¿Importa?- Arqueó una ceja, dio media vuelta, y siguió caminando. 

Roseanne llegó a su lado, y empezó a caminar a la par. Jennie chasqueó la lengua, preguntándose qué diablos hacia ella ahí mismo. Roseanne debería estar con su novia o con sus estúpidos amigos con los que jugaba softball.

- ¿Por qué estás aquí? …Deberías ir con tus amigos, o tu novia por ahí, ¿No crees? –

Roseanne negó con la cabeza, y cuando estaba por hablar, Jennie la interrumpió:

- No quiero tenerte cerca, yo no te soporto al igual que tú a mí… Así que, para hacer las cosas más fáciles, vete… Vete lejos de mí… para siempre. – Dijo, recalcando las palabras “para siempre” entre sus labios. Dicho esto, apresuró su paso, pero al parecer, Roseanne no se rindió.

- No quiero irme. – Soltó la rubia.

Jennie respiró profundamente antes de responder aquello. 

No la toleraba. 

Y lo peor de todo, era que Roseanne creía que a Jennie le parecía atractiva o guapa, pero la castaña ni siquiera la miraba de esa manera… No la tomaba en cuenta, en sus ojos tenía en cuenta a Bambam… Eso la hizo recordar de que hoy saldría con él… Tendrían su primera cita, irían a ver una película, y luego a cenar a un lugar al aire libre.

-¿Sabes? Tú, eres una de mis razones de mi malhumor, Roseanne. – Le dijo la castaña tomando su celular, y fijándose la hora. Su padre estaría en casa en una hora, y ella no llegaría a su casa con Roseanne.

- Gracias, es un halago para mi saber que te causo malhumor. – Contestó la rubia.

Y ahí estaba ella.

Así de estúpida, e imbécil.

- ¿Soy un trabajo escolar? ¿Uno de castigo o qué? – Preguntó irritada Jennie e hizo una mueca. – Es raro que hables conmigo y que me sigas a todos los lados Roseanne… si es porque Suzy te manda… -

- No. – La cortó Roseanne. – Suzy no me manda, Jennie. – Bufó.

Jennie solo negó con la cabeza.

- ¿Entonces por qué estás aquí? – Giró completamente para verla. – Estoy segura de que no quieres que nadie te vea con “la rara” del curso. – Dijo haciendo comillas con los dedos.

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Jennie se sentó en la silla del comedor apoyando sus brazos en la mesa, y su cabeza arriba de estos. La mano de su padre le acarició la espalda y ella subió la cabeza rápidamente. Lo abrazó por el cuello y lo saludó con un beso en la mejilla. No lo veía desde ayer en la noche, pues cuando él llego, Jennie ya estaba durmiendo plácidamente en su cama.

Su padre le observó el rostro y frunció la ceja. Jennie se alejó un poco, y se acordó que Suzy le había pegado en la mejilla hace unos minutos atrás… 

“Mierda.”

Jennie se mordió el labio y Jack le miro el pequeño moretón que tenía en esa parte del rostro. 

- ¿Qué pasa? –

Jennie abrió la boca para soltar las excusas tontas de siempre y su padre la calló.

- Y cuando digo “¿Qué pasa?” Me refiero a ¿Qué es lo que sucede en la vida de mi hija? – Sentenció.


𝘓𝘦𝘵 𝘔𝘦 𝘋𝘪𝘦 - 𝘊𝘩𝘢𝘦𝘯𝘯𝘪𝘦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora