Capítulo 18

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"Nunca fui tu prioridad ni tu centro de atención. Más bien fue por medio de burlas que notaste mi existencia."

Jennie estaba estirada en su cama, dejando caer su cabeza por uno de los lados de la cama. Sentía una punzada en su muñeca, una punzada de dolor.

Levantó su pierna y vio los moretones en esta, eran morados y grandes.

Estaba oscureciendo, se fijó en la hora de su reloj de mesa. Las seis y media. Cerró los ojos y pequeños recuerdos como en luces le llegaban a la mente.

Aparecía Suzy, escritorios, sillas, láminas de química y física que eran difíciles de entender. A los clones de la mujer. A ella misma tirada en el suelo intentando buscar oxígeno entre las paredes. Todo estaba cerrado y ella sufría cada golpe, lo sentía el doble de lo que jamás lo había sentido... y eso debe ser porque la lastimaron en las mismas heridas.

Abrió los ojos y vio nublado. Estaba llorando. Las lágrimas caían por sus ojos y sentía un peso en la mitad de su pecho.

Jennie se levantó de la cama al sentir unos golpes en la puerta principal de la casa. Sosteniéndose de las cosas, llegó a las escaleras. Esperaba a Lisa y cuando intentó llamarla ella no contestó así que le abriría. Lisa ya la había visto de esta manera muchas otras veces. No pudo conseguir mantenerse de pie sobre las escaleras y cayó rodando por las mismas. Vio borroso y cerró los ojos soportando el dolor. Entreabrió la vista y se encontró con Roseanne entrando por la puerta principal y corriendo hacia ella.

- ¡Jennie! ¡Jennie! Jen... - Y dejó de escucharla. Sus ojos se cerraron, cayendo inconsciente.

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Jennie abrió los ojos y observó la sala. Sus cuadros, la televisión, el centro de la mesa pequeño entre medio de los sillones, la alfombra, el olor a flores que salía cada dos horas de un pequeño aromatizante automático y el clima templado que había sobre la casa. Pasaba los dieciocho grados y el lugar era acogedor. No se acordaba lo pasado hace unas horas, o minutos... Solo sabía que llegó a la mitad de las escaleras, lo demás no se veía, el recuerdo quedaba en blanco. Volvió a tirar la cabeza para atrás y apretó los ojos. Intentó moverse, pero su cuerpo le dolía, sus muñecas seguían punzantes.

Escuchó un grito agudo y abrió los ojos de golpe encontrándose con la tailandesa de su amiga parada mirándola con los ojos azules tan brillantes que parecían estrellas, si, así brillaban.

Lisa tapó su boca con la mano y dio pequeños saltos. Gritó el nombre de Roseanne en alto. Ella apareció por la cocina con una taza de chocolate caliente y cuando vio a Jennie levantada, se lo llevó.

- ¿Qué me pasó? -

Roseanne se sentó enfrente de ella con los codos apoyados sobre sus rodillas y entrelazó sus manos.

- Caíste por las escaleras. Yo toqué a tu puerta y cuando escuché un ruido dentro de la casa, entré y te observé en el piso... No supe qué hacer más que llamar a tu novio y a Lisa. -

Jennie se preguntó dónde era que Bambam estaba. No lo vio salir de ningún lado por los siguientes cinco minutos.

Lisa tomó la mano de Jennie y la acarició despacio.

Roseanne miraba atenta esa escena, nunca pensó estar de tal manera en la casa de la castaña. Solía burlarse de ella y empujarla si la encontraba en los pasillos. Ahora permanecía preocupada por lo que le pasaba a Jennie, incluso hay veces en que su mente solo pensaba en ella y en lo que Suzy podría llegar a hacerle.

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Lisa se fue; le había explicado a Jennie que cuando Bambam la vio de tal manera en el sofá, salió del lugar.

Bambam no la podía ver de tal manera, se había enamorado de Jennie y por lo tanto, cuando observó tal escena sintió enojo, pena e infelicidad. Salió tan rápido como había entrado y se fue de esa casa no sin antes mirar a Roseanne con rencor.

Cuando el ojimiel habían llegado, Roseanne y Jennie estaba en la casa y eso no le había preocupado hasta que empezó a pensarlo y reflexionarlo lentamente.

En ese momento, Roseanne y Jennie estaban realmente solas en la casa. La rubia estaba sentada sobre la escalera mirando a Jennie. Roseanne se levantó para cerrar la puerta después de que Lisa se marchara, después se dio media vuelta y caminó donde estaba la castaña y se sentó a su lado. La vio atentamente con sus ojos oscuros, esperando recibir una mirada de sus ojos color chocolate pero, Jennie la ignoraba.

- Era la primera vez que tocaba la puerta para entrar a tu casa. - Dijo Roseanne.

Jennie levantó la mirada hacia ella y le sonrió.

- Aprecio mucho que lo hagas, Rosé. -

Jennie llevó un mechón de su cabello detrás de su oreja.

Roseanne bajó su cabeza y una sonrisa se extendió por la comisura de su labio iluminando su rostro y un brillo llenó sus ojos oscuros.

Jennie se enamoró de esos ojos inmediatamente, lamió sus labios y la cercanía empezó a ser escasa. Cuando Roseanne tenía una mano acariciando el cuello de Jennie, fue cuando la castaña reaccionó.

Jennie miró esa belleza que tenía frente a ella, que eran como un par de gemas, los ojos de Roseanne eran tan perfectos que parecían dos pequeños diamantes. Observó todas las facciones de su rostro; cuando tensaba la quijada, cuando sonreía, y cuando su nariz se arrugaba un poquito.

La puerta se abrió y ambas escucharon la voz de una persona, y sabían que era el padre de Jennie. La castaña se separó de inmediato de Roseanne y escondió la mirada de Jack.

Su padre le vería todos los moretones y era lo último que esperaba. Con la chaqueta tapó las heridas de su muñeca, que por más que estuvieran cubiertas por vendas, se veían por la sangre.

- Deberías irte. - Susurró Jennie sin que su padre la escuchara.

- Esta bien. - Roseanne pasó las manos por sus piernas, estaba sudando. Se acercó a Jennie para darle un beso en la mejilla, pero luego se alejó. Después levantó una mano para acariciarle la cara pero, la bajó. No sabía que hacer. - Adiós, Jen. -

El padre de la castaña vio salir por la puerta a la rubia y la cerró con llave. Jennie no perdió tiempo y ya estaba en la planta de arriba. Estaba toda herida, necesitaba tomar una ducha, maquillarse y solo así podría hablar con Jack.

De repente lo escuchó llamarla y Jennie paró en seco.

- ¿Qué hacía una chica en casa? -

Jennie rodó los ojos, si Jack tan solo supiera cuantas veces esa chica a estado en la casa, esa chica de lindos ojos oscuros. Jennie sonrió automáticamente pero al darse cuenta de eso, inmediatamente la borró de su rostro.

No se iba a permitir volver a pensar bien de ella, no quería pensar a Roseanne de tal manera que pudiera enamorarse. Ella estaba a gusto con Bambam por más que no haya pasado nada más, no eran novios pero, capaz estaban cerca.

- Es una compañera de clase, papá. -

- ¿Compañera? No parecía eso, estaban a punto de besarse. ¿Es Bambam? - Preguntó sarcásticamente, era lógico que no era Bambam.

- No, se llama Roseanne. -

- No quiero que entren ni chicos, ni chicas a la casa si no estoy yo presente. - Exigió.

Jennie apretó los dientes. No se dio media vuelta aunque quisiera, formó sus manos en puños y habló.

- ¡Nunca estás en esta maldita casa! ¡No tienes derecho de poner reglas así! Siempre trabajas, nunca tienes tiempo para mí. - Exclamó, estaba enojada, demasiado y nunca se ponía así con su padre, ella siempre lo respetaba y quería mucho.

Jennie entró finalmente a su habitación y con fuerza cerró la puerta de la misma, esta chocó y casi se rompe la cerradura. Se apoyó contra la puerta y empezó a llorar. Ya nunca tenía tiempo con su padre, si alguna vez él muriera, no tendría recuerdos... no tendría recuerdos con el.

𝘓𝘦𝘵 𝘔𝘦 𝘋𝘪𝘦 - 𝘊𝘩𝘢𝘦𝘯𝘯𝘪𝘦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora