“Recuerdo la noche en la que la conocí, te lo dije, yo te odiaba y sentiste el peso del mundo caer sobre tus hombros.”Era la noche del día siguiente. Estaba mirando una película cuando recibió una llamada de Lisa, preguntaba si podía ir a su casa para pasar el rato, y como tan solo eran las ocho de la noche, Jennie dijo que sí.
Su padre no estaría hasta la media noche, y hasta entonces podría hacer lo que quisiera. Lisa le avisó que Bambam quería ir, y Jennie aceptó con gusto el hecho de que él apareciera.
Llegarían en una hora, así que, en ese tiempo… Jennie se daría un baño, y arreglaría un poco su habitación.
Quince minutos después, salió con una toalla alrededor de su cuerpo, y con el cabello cubierto por otra más pequeña.
Entró a su pieza tarareando una canción, y fue hacia el ropero para tomar su ropa interior, y una camiseta con un pantalón negro.
Tiró todo en la cama sin mirar hacia esta, y al darse media vuelta, levantó la vista y soltó un grito ahogado.
Llevó la mano a su corazón que inició a palpitar con rapidez al saber que no permanecía sola en su cuarto.
Alzó una ceja, y luego, respiró profundamente intentando entender que sucedía.
Ella estaba ahí sentada en la cama con toda la ropa de Jennie en su regazo, y con una sonrisa estúpida en medio de la cara.
- Bien, esto se te ha vuelto una costumbre –
La desconocida miró hacia los lados, y su sonrisa se amplió.
- ¿Qué cosa? – Preguntó, haciéndose la desentendida.
- Entrar sin preguntar a mi casa –
Soltó una leve risa, y dejó la vestimenta de Jennie sobre su cama, y se levantó de la misma caminando en dirección a Jennie. La acorraló contra el armario, puso ambas manos a los costados de la cabeza de la castaña y su mirada bajó por todo su cuerpo cubierto tan solo por una toalla.
Jennie, incómoda, bajo la cabeza.
- ¿Podrías irte? No puedes estar aquí. – Pidió Jennie en un susurro.
Roseanne la tomó del mentón.
- No soy Suzy, no te haré daño –
- Nunca me has tocado un cabello, y lo sé pero, el daño psicológico es mayor. – Dijo mirándole directamente a los ojos. Jennie, estaba teniendo un valor extremo para hablar con ella.
Al saber que Roseanne no la golpearía, era más valiente. Cuando Suzy la insultaba, no había palabras para que ella pudiera defenderse. De una u otra manera la golpearía, y la podrían dejar tan mal que, capaz y nunca pudiera recuperarse.
Jennie se acomodó la toalla de su cuerpo, pues esta se estaba desatando del pequeño nudo que le había hecho.
Roseanne se acercó más a ella, juntando sus cuerpos.
Jennie quería alejarla lo más rápido posible.
No soportaba tanta cercanía.
No soportaba que se mezclaran sus respiraciones.
No soportaba a la persona que tenía enfrente. Y tal vez, nunca lo haría.
- ¿Suzy te mando a qué vinieras aquí a humillarme? – Jennie resopló molesta, sabiendo que eso seguro era verdad.
- No, vine por mi cuenta… Suzy no me manda, perrito. – Lo dijo en tono de burla. El ánimo de Jennie explotó.
“Maldita imbécil.”
- ¡¿Por qué no te vas al diablo?! – La empujó del pecho, y trató de tirarla al piso pero no pudo hacerlo. - ¡Eres una estúpida! ¡Vete con tu maldita novia! –
Roseanne la sostuvo por los hombros para que se calmara pero eso no funciono. Tiró de ella hasta dejarla sobre la cama. Jennie ahora estaba debajo de su cuerpo, moviéndose con cuidado de tal manera de que no se le viera nada, estaba desnuda después de todo, con una simple tela que cubría su cuerpo.
Roseanne tenía los codos en el colchón para mantener su peso en los mismos, y no aplastar a la castaña.
Roseanne miró su rostro detenidamente, y una sonrisa apareció en su boca. Jennie, estaba furiosa, molesta y totalmente loca. En cualquier momento la ahorcaría hasta que se pusiera violeta. No podía seguir ella ahí.
Roseanne soltó una carcajada.
- ¿Qué? –
- Me gusta tu cara de pensar, es… rara –
Jennie se sintió aún más furiosa, y aún más molesta que antes, sí eso era posible.
Sus ganas de ahorcarla se multiplicaron al triple.
Roseanne salió de encima de ella, y caminó alrededor de la habitación observándola. Las dos veces que había ido ahí, nunca se había detenido a mirarla. Se detuvo en un cuadro que colgaba de un gancho, que tenía una foto de tres personas: Sinuhe, Jennie y Jack.
La sacó de su lugar, y la tomó entre sus dos manos, miró en la fotografía a Jennie, y vio que estaba totalmente igual. Nunca había cambiado su cara, tampoco su sonrisa, y menos su cabello.
Pero sus ojos sí, en la foto estaban diferentes, subió la cabeza observándola, y sus ojos eran marrones.
- ¿Tienes lentes de contacto? – Preguntó alzando una ceja. Jennie asintió. - ¿Por qué? –
Jennie bufó.
- ¿Te importa? –
- No, solo me pareció raro. ¿Debo repetirlo? No me importas, Jennie. – Dejo el cuadro donde estaba.
La castaña hizo una mueca con su labio, y se levantó de la cama, tomo su ropa, y la acomodó.
- ¿Entonces por qué estás aquí? – Mordió su labio al ver que Roseanne no respondía.
No era que quería que se preocupara, solo le irritaba el hecho de que entrara cuando quisiese a la casa, y que le insultara ahí. Primero actuaba normal como si nunca la hubiera lastimado, y luego le daba con lo que más le dolía: las palabras.
Las palabras nunca desaparecen. Se quedan en la mente de la persona hasta que se queda dormido, pero al despertar a la otra mañana, todo se repite en el día. Las palabras simulan un eco, porque van y vuelven en repetidas ocasiones pero, nunca desaparecen para siempre.
Y siempre tendría todos esos insultos, y recuerdos en imágenes en movimiento pegados en la cabeza como si fuera algo que no quisiera olvidar pero, era lo que más deseaba antes de dormir; que todo desapareciera, que nada sea como lo era… pero, eso nunca pasaba, y capaz, nunca llegaría el día que todo acabara para ella…
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𝘓𝘦𝘵 𝘔𝘦 𝘋𝘪𝘦 - 𝘊𝘩𝘢𝘦𝘯𝘯𝘪𝘦
Fanfiction- ¡Jennie! - Exclamó, y corrió a su lado tomando su muñeca por debajo de la cazadora. - ¿Por qué me salvaste? - - Jennie... ¿Querías que te atropellara el autobus? - Frunció la ceja, y agarró con fuerza su muñeca, la acarició. En ese momento sintió...