Capítulo 8

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“Quiero donar tu sonrisa a la luna, así de noche quien la mire pueda pensar en ti.”

Al día siguiente cuando Jennie se levantó, sintió sus piernas débiles y su rostro le dolía.

Se sentó en la cama, y al mirarse los brazos estos estaban todos lastimados. Tenía heridas abiertas, y moretones púrpuras, y verde alrededor de estos.

Sus piernas estaban de la misma manera.

Sorbió su nariz, y pasó el puño por la misma. Sus ojos empezaron a aguarse, y sin darse cuenta, estaba sollozando. Nunca había estado tan débil como el día anterior. Nunca pensó que Suzy llegaría a tal punto.

Miró sus manos, y acarició sus dedos. Era la única parte de su cuerpo que no estaba lastimada. Intentó levantarse pero, su cuerpo no respondía, no podría ir a la escuela, se desplomaría en la calle mucho antes de poder llegar al Instituto.

Se arrastró por la cama, hasta el final de la misma y se observó en el espejo de delante de ella. Su cara tenía golpes morados, su labio estaba roto, de este salía un poco de sangre. Se limpió las lágrimas que se le escaparon de sus ojos y se volvió a acostar.

Su padre se había ido como hace una hora, y cuando escuchó la puerta cerrarse, su corazón se detuvo en un segundo. Si alguien entrara a robar no podría hacer nada, tenía dolor en todo el cuerpo y no tenía fuerzas.

Abrió uno de los cajones de su mesa de luz, y saco una de las tantas navajas que guardaba. La escondió tomándola con fuerza en su mano. Por lo menos tendría algo con lo que podría defenderse en caso de que fuera alguien extraño.
La puerta de la habitación se abrió, y las manos de Jennie empezaron a sudar. Sus nervios eran feos, se sentía demasiado mal. Alguien se sentó en la cama, y suspiró. Acaricio su cara mientras Jennie fingía que dormía.

Cuando sintió la mano en su rostro, su corazón palpito aún más nerviosamente que antes.

Luego, esa persona se paró de la cama, y habló.

- No puede pasar esto –

Jennie reconoció la voz, y abrió los ojos. Se sentó en la cama, y la vio de espaldas desordenándose el cabello.

- ¿Qué haces aquí? – Soltó con la voz entrecortada.

Escondió la navaja debajo de la almohada, y se limpió los ojos cuando una lágrima volvió a caer de sus ojos.

Roseanne caminó hacia la cama, y miró a Jennie quien tenía una ceja fruncida.

A Jennie le daba pena que ella la viera así.

Aunque no sabía por qué.

- No puedes entrar a las casas sin permiso –

- Sabía que no me dejarías entrar si tocaba la puerta. – Dijo sin balbuceos. Caminó a donde Jennie estaba sentada y se sentó frente a ella.

Jennie cerró los ojos, y negó con la cabeza.

- Vete ahora mismo –

- No –

Jennie la miró incrédula.

Roseanne llevo una mano al aire y luego, la dejo caer.

La rubia suspiró fastidiada, y se levantó de la cama. Empezó a caminar alrededor de la habitación con una mano en su cabello despeinándolo, parecía que su mente estaba fuera de ese lugar.

Jennie no entendía que sucedía.

La rubia se giró bruscamente, y volvió acercarse.

- ¿Suzy provocó esto? – Le señaló el rostro, y la destapó enteramente.

Miró sus brazos y sus piernas. Jennie sintió la necesidad de cubrirse con el cobertor, pero no pudo. Roseanne se lo impidió.

Jennie solo asintió con la cabeza, y luego, miró hacia la puerta quitándole la vista de encima.

No entendía por qué ella estaba ahí hablando de eso con ella.

La persona que más odiaba.

- ¿Qué haces aquí? – Pregunto Jennie con un nudo en su garganta.

-Ayer me pero… - No término la oración cuando, volvió a empezar una de nuevo. – Quería saber que tan mal estabas –

Jennie bufó y su corazón se hundió.

- ¿Querías decirle cúan mal estaba a Suzy? – Frunció los labios, y quitó su mirada de sus ojos.

Roseanne agachó la cabeza y luego, asintió. Jennie rió levemente, y se paró de un golpe del colchón pero, se debilito y Roseanne la sostuvo entre sus brazos.

- Por favor, vete. – Susurró Jennie con la voz rota.

Roseanne la tomó entre sus brazos y la dejo sobre la cama.

La cubrió con el cobertor, y caminó hacia la puerta.

La abrió, y salió por la misma, pero antes de cerrarla, dijo: “Lo siento.”

Jennie escucho la puerta principal cerrarse, y ahí supo que Roseanne se había ido. Luego, cayó en la cuenta de que era lo que había pasado esa mañana.

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Eran como las cinco de la tarde cuando Lisa entró en la habitación con un paquete lleno de caramelos, y snacks. Y en la otra mano, estaba llena de películas.

Se tiró al lado de Jennie en la cama, y las cosas salieron volando de sus manos.

Ella le sonrió y se acomodó el cabello.

- Uy, ¿Mala mañana? – Pregunto Lisa, juntando algunas cosas que estaban a su alcance.

- Demasiado. Deberías haber estado. – Bajo la cabeza, y luego la subió lentamente.

Lisa miro expectante a Jennie esperando a que ella siguiera hablando pero cuando no fue así, le golpeo en el brazo lentamente sin querer lastimarla, la castaña frunció la ceja y jugó con sus dedos.

- ¿Suzy vino aquí? – Exclamó separándose de la castaña, y se paró de la cama. - ¡Dime que no! Por favor, ¡Jennie! – Le gritó, y desordeno sus cabellos rubios. - ¡Esto no puede estar pasando! – Agarró un almohadón, y lo tiró contra la pared. - ¡¿Vino ella?! – Le terminó preguntando.

Jennie se quedó perpleja por el acto que recién había presenciado, nunca había visto a Lisa de esa manera por más que fueran amigas hace tan poco tiempo.

Jennie negó con la cabeza lentamente de nuevo en repetidas veces.

- No, no. – Murmuró.

Lisa se tiró de espaldas contra la cama rebotando, y respiró tranquilamente soltando un suspiro que tranquilizo a la castaña. Un teléfono empezó a sonar pero ambas lo ignoraron. La rubia esperó de nuevo a que Jennie le contara quien había aparecido esa mañana en su casa.

- Roseanne vino aquí –

Se quedó callada.

- ¿Te hizo daño? – Preguntó Lisa mirándola suavemente.

Jennie no respondió, y Lisa abrió la boca en forma de O, pensando que sí.

- No, pero, me vio de esta manera. – Señaló su cuerpo.

- ¿No querías que nadie te viera de esta manera? –

- Exactamente, menos ella… Vino a ver como estaba. – Hizo una mueca.

- Ayer, cuando… nos estábamos yendo, me preguntó si estabas bien.

Lisa poco a poco fue esbozando una risa.

Jennie le pegó en el hombro, y ella soltó una pequeña risa.

Caminó hacia el DVD, y metió una película, era de terror.

Estaba dándole la espalda a Jennie cuando ponía la película, y soltó:

- Sabes… Creo que le importas a Roseanne después de todo, Jennie –

𝘓𝘦𝘵 𝘔𝘦 𝘋𝘪𝘦 - 𝘊𝘩𝘢𝘦𝘯𝘯𝘪𝘦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora