Stoward Sad

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Advertencia: Mención de Stony




Howard Stark se había enamorado.
No pudo evitarlo, y en decir verdad, no sabía si sentirse mal o no.

Era un hombre adulto, hecho y derecho, casado y con un hijo que muy pronto heredaría la empresa familiar pero, las cosas en su matrimonio no eran iguales, dejo de ser feliz ya que María, la mujer con quién se había casado y quien era la madre de su hijo se mantenía ocupada por el trabajo.

Cuando la buscaba físicamente ella estaba indispuesta, que si las juntas, las salidas o viajes. Para todo estaba ocupada.

Es por eso que a sus casi setenta años, había decidido ir por un poco de aire y pensar en relajarse.
Ahí fue donde lo conoció.

Steve Rogers, era un bonito doncel rubio con ojos extremadamente azules y puros. Su inocencia y pureza le hacía querer protegerlo, cuidarlo y mantenerlo en una cajita de oro para que nadie le hiciera daño.

Era de tamaño pequeño, su delgado cuerpo era tan hermoso y sexy, sus caderas anchas y cintura pequeña que la ropa ocultaba bien y ni hablar de ese magnífico trasero que muy pocas veces logro ver.

Y decía pocas, porque Steve simplemente se mantenía sentado.

No, no era que le gustará sino que no tenía otra opción.

Steve padecía una secuela de un accidente que le dejo en sillas de ruedas.

Se habían conocido en uno de los eventos de industrias Stark, Steve era sobrino de uno de sus socios y debía admitir que quedó completamente flechado por esa sonrisa, esos ojos y de la inocencia que resplandecía a su alrededor.

Bebieron un poco de champagne, platicaron y sin darse cuenta, empezaron a frecuentar lugares para conocerse.

Si, se había enamorado.

Es por eso que cuando Tony, su hijo llego con su Steve al almuerzo y dio la noticia de que eran pareja, sintió que el mundo se reía de él.

La sonrisa de Steve no era nada igual a cuando le sonreía a él, tampoco tenía ese brillo cuando el rubio miraba a Tony o sobre la emoción en su rostro y voz cuando su primogénito le ponía atención o decía algo.

Él se había enamorado de Steve y Steve se había enamorado de Tony.

- ¿Papá? - salió de sus dolorosos pensamientos cuando su hijo le llamo. Todas las miradas caían sobre él y él, simplemente quería dejar de existir.

Steve le miraba preocupado, él odio esa mirada. Es por eso que con todo el odio del mundo hablo con la voz más seria y fría que su ser logro sacar.

- No te acepto como parte de mi familia Rogers, te quiero fuera de mi casa y si no te largas juro que seré yo quien te saque a patadas.

Todos, absolutamente todos quedaron el silencio.
Steve le miro dolido y podía jurar que vio una lágrima bajar sobre su mejilla.

El rubio solo bajo la mirada, estaba por salir cuando la voz de su hijo resonó molesto.

- ¿Porque no? ¿Es porque es hombre? - pregunto Tony molesto y encarando a su padre.

Howard quería gritar a los cuatro vientos que no era eso, sino que él se había enamorado primero. Que lo había conocido primero, que lo trató bien y que de forma silenciosa lo cortejo pero Steve había escogido a su hijo.

Quería gritar que lo amaba y que odiaba el hecho de que sea Tony el dueño de su corazón.

- A mí no me vas a venir a pedir explicaciones, quiero a Rogers fuera de mi casa ¡Ahora! - grito furioso para golpear la mesa con fuerza.

Tony y María nunca habían visto de esa manera al castaño mayor. Steve solo sollozo para arrastrar su silla de ruedas a la salida que muy bien conocía.

- No puedo creerlo Howard - dijo María con voz decepcionada - Steve es un buen chico, tu hijo se ha enamorado de un ser especial. ¿Por qué no lo aceptas?

Howard apretó sus manos en puños mientras que le daba la espalda.

- Juro que si Tony sigue con ese fenómeno lo desherare - prometió con odio una vez que estuvieron solos.

Tony había ido tras de Steve para dejar a sus padres en el comedor.

Howard odiaba el momento en que lo conoció, odio el momento en que platicaron por primera vez, odiaba conocer bien a Steve, odiaba ser el causante de sus lágrimas.

Y odiaba haberse enamorado de él.

Maria lo vio con dolor y decepción, en silencio se retiró y lo dejo solo en el lugar y con el corazón roto.

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