JackShield

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Con una botella de ron y con la brisa del mar cantaba Yo ho.

Las olas tranquilas chocaban contra la madera de la perla negra, mirando hacia la nada y todo a la vez, bebió de la botella con una leve sonrisa.

- Sé que mi hogar va a ser el mar, donde él esté yo estoy - canto bajito una vez que bebió aquel dulce y fuerte licor.

Ignorando a su tripulación, los murmullos eran fuertes aun cuando estaba lejos. Soltó un ligero gruñido cuando la botella quedo vacía. Nuevamente sonrió. La botella no era lo único vacío en ese barco.

- Jack... Creo que es hora de que salgas de tus lamentos, la tripulación esta preocupada porque lo único que hace el capitán es beber hasta morir - Habló Gibbs acercándose a donde estaba él.

Otra vez ignoro su llamado, solo se encargaba de ver al mar, hacía la nada y todo a la vez.

De su ropa, saco aquella brújula para abrirla. En ella, la foto desgastada de un joven mendigo a quién había ayudado a escapar a tortuga, se quedo mirando aquella desgastada y maltratada foto a quien con trabajo se podía observar aquel rubio pero sabía que estaba ahí. Siempre lo estaba.

- Fue mi culpa... - susurro apagado y volviendo a guardar la brújula con cuidado y recelo.

- No lo fue Jackie... El chico decidió hacerlo para salvarte - Gibbss sonrió con desgano.

La muerte de aquel chico había afectado mucho a Jack, tanto él tanto la tripulación buscaba sacar al capitán de su agonía sin ningún resultado, siempre acababa igual o peor.

- Si yo no hubiera pasado por alto su advertencia ahora estaría aquí - murmuró él pirata.

Jack solo se levantó y con pasos torpes camino bajo a la bodega por otra botella. Pasando e ignorando a su tripulación, dejando de ser aquel capitán.

Una vez con las botellas de ron, agarro la primer y volvió a beber.
Una, dos, tres, ya había perdido la cuenta.

Su Steve, su adorado joven mendigo murió fusilado al tratar de rescatarlo después de un fallido robo en el banco. No lo pudo salvar y vio con terror y enojo como desechaban el cuerpo de su mendigo a una fosa sin fondo.

Huyeron sin poder sacarlo, sin poder haber hecho por recuperar su cuerpo.

Ahora le quedaba la brújula, la foto y la botella de ron mientras que volvía a cantar Yo ho, aquella canción maldita salía de sus labios cuando se tiró al piso. Recordando vagamente el recuerdo de su adorado y joven mendigo.

Aquel chico de cabellos como el sol y ojos como el cielo, risa suave como la brisa del mar que ahora hacía mover la perla negra.

Sonrió nuevamente murmurando un párrafo de aquella canción. Su querido y amado mendigo viviría en su corazón hasta que volvieran a encontrarse, le pediría perdón hasta el cansancio, le rogaría su perdón por no haberle salvado, por evitar su muerte...

Si, solo deseaba y esperaba encontrarse con Steve Rogers.

One-shots AllSteveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora