Steve

151 24 4
                                    

Steve era una hermosa ave blanca, de alas fuertes y pico duro, su tamaño era promedio pero era uno de las aves más fuertes de su manada.

Él, al igual que otras palomas, estaban en el momento exacto para aparearse con el macho correspondiente. A lo largo de su vida, él siempre soñó con conocer a su alma gemela y tener familia.

Y esa tarde, lo había conseguido.

Conoció a una paloma café, fuerte con una mirada feroz pero cálida, conoció a su primer amor y al macho de su vida, él conoció a Bucky.
Bucky era perfecto, se conocieron en el cortejo y de poco a poco el amor floreció. Sin embargo, el destino no quería verlo en dicha, ya que en cuestión de haberse cortejado, le arrebataron a Bucky.

¡Oh cuánta desgracia!

¡Oh cuánto dolor para aquella pobre paloma blanca!

Escucho a sus espaldas cuando vió el cuerpo de Bucky sin vida. Aún recuerda picotear, aletear y sollozar para que su amada paloma café se despertará. Lloró desconsolado cuando sus compañeros lo alejaron de James.

Pasaron días y semanas, el sufrimiento lo consumía lentamente pero todo rastro de agonía quedó atrás cuando descubrió que pronto pondría un huevo.
¡Una parte de él y de Bucky nacería pronto!

Celebró alegre, su Bucky, su James sería padre.

Sus compañeros celebraron en grande, lo hicieron con flores y semillas por el nacimiento de una nueva ave en la manada.

Y cuando finalmente nació su huevo, ¡Que hermoso huevo! Era tan blanca y delicada, lo empollaba y cuidaba amorosamente, protegiéndolo de cualquier peligro.

Pero el destino nuevamente se burló de él.

Un día, después de buscar alimento, su corazón volcó en pánico, un terror lo lleno al ver su nido destruido en el suelo.

Voló apresurado, pero toda esperanzas quedaron destruidas cuando vió aquel huevo, al que tanto amaba y protegía, roto y destruido.

Su llanto no tardo en salir, aleteo y lloró amargamente al ver a su huevo destruido junto a su hogar.

"¡Los humanos! ¡Los humanos!"

Escuchó, vio con ese dolor como unos pequeños humanos arrojaban piedras a varios nidos y sus compañeros gritaban con enojo.

Los días pasaron, la tristeza y depresión lo atacaron de nuevo e iban acabando con aquella pobre paloma blanca. Cuando el invierno llegó, sus compañeros emigraron. Él se quedó ahí, en el árbol donde tenía su nido.

Vió a los suyos irse, se despidió de ellos, ellos volaron y él se quedó ahí.

Cuando el frío llegó con la nieve, él no se movió. No quería irse, aún cuando no podía sentir su cuerpo, ahí se quedó, en el nido donde tuvo a su pareja y su huevo.

- ¡Pobrecita!

Una pequeña voz le llamo la atención.

Un pequeño humano, de cabello café lo miro triste.

- Al parecer sus compañeras se fueron... Es invierno, no sé porqué se quedó.

Otra voz, pero está fue una más adulta.

- ¿No lo podemos llevar? Se puede morir con el frío, tío.

- Peter... No podemos ayudarla, no podemos ir en contra la naturaleza.

Escucho, él solo los miro y se empollo en el nido.

Pronto, sintió como su nido se movía. Aleteo asustado, pero una tibia voz junto a un calor lo rodearon. Aquel pequeño humano lo llevaba junto su nido.

- Tío Ben... Él está solo, sus compañeros se fueron y es navidad...

- Peter...

- Solo... No quiero dejarlo solo. Pobrecito, si tiene la oportunidad de ser feliz aunque sea por una noche, podemos hacerlo feliz.

Vio como aquel humano suspiro, pronto iba junto a su nido por las calles que una vez recorrió con James. Su árbol, oh pobre árbol, sin hojas y flores, se quedaba atrás.

Unas calles más, y pronto estuvo rodeado de calor junto a un enorme árbol con flores raras de varios color, tenía luces y arriba, una estrella brillante.

- ¡Pero que hermosa paloma blanca!

Una voz femenina lo recibió. Se encogió temeroso, fue acariciado con cuidado y solo siguió ahí.

- Peter lo encontró, May. Dijo que quería traerlo al calor, estaba solo en un árbol.

- Pobrecita palomita blanca... Tal vez no hubiera soportado lo frío de la nieve.

- Tu y Peter se parecen tanto.

Escucho risas, aquellos humanos reían y a lo lejos vio al pequeño acercarse con un poco de agua y semillas.

No comió, aún cuando el pequeño se lo acercaba. Fue cuidado por aquellos humanos, después de agarrar calor, extendió sus alas y voló un rato.

En el vuelo, vio un nido colorido cerca de aquel extraño árbol. Nuevamente, su corazón volcó y bajo a ese nido donde había varios huevos.

"¡Huevos! ¡Míos!"

Lloró y aleteo al ver a esos pequeños huevos abandonados. Lloró amargamente, ¡Pobres pequeños!

Los miro triste, aquellos huevos estaban duros y de color extraño. Ya entendía porque los habían abandonado.

- ¡Creo que le gustan los huevos de chocolates, tía!

Dijo el pequeño Peter al ver cómo la ave miraba los dulces. Sus tíos miraron con tristeza aquella paloma.

- Pobre... Debió perder una cría...

"¡Míos!" "¡Estos huevos son míos!" "¡Vete!"

Lloró y aleteo cuando vió que intentaron alejarlo de aquellos huevos. No quería dejarlos solos, no soportaría perderlos.

Aquellos humanos decidieron dejarlo ahí, él empollo aquellos huevos, extendiendo sus alas para cubrir a todos y ahí durmió.

A la mañana siguiente, Peter bajo emocionado para ver sus regalos. Cuando vió que Santa había traído sus muñecos de Iron Man y del Capitán América, busco a la paloma para mostrárselos. Pero sus tíos le dijeron que aquella paloma no despertó, se había quedado dormida eternamente cuidando a los huevos de chocolates.

Peter lloró desconsolado, la pobre paloma blanca había muerto...

Con ayuda de sus tíos, enterró a la paloma blanca en el jardín, cerca de las flores de su tía junto a la caja de huevos de chocolates.

Si aquella paloma blanca quería dormir con los huevos de chocolates, él le cumpliría ese sueño.

- Descansa pequeña paloma blanca.

Peter se despidió, y finalmente, Steve descanso a lado de sus huevos.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: 5 days ago ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

One-shots AllSteveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora