One-shots AllSteve

Stony

Las paredes blancas hacían juego con el techo, su cama era dura, le provocaba dolor de espaldas por eso optó por dormir en el piso.
Siempre pegaba su espalda a la pared, viendo a la puerta de su habitación mientras que el aire del clima daba en su rostro.

Siempre era lo mismo, todos los días, desde que despertaba hasta que quedaba dormido, siempre sin falta y sin interrupciones esperaba a Tony.

A ese hermoso castaño de ojos azules, tan azules e irreales que tranquilizaba su ser. Le gustaba, eso era claro, siempre buscaba su atención, buscaba que la mirada de Anthony captará la suya, le gustaba conversar con él sobre el tiempo, pasatiempos y conocerlo más, aún más.

Aún recuerda la primera vez que se besaron, recuerda que él mismo dio el primer paso y el beso fue tan salvaje que sus labios sangraron por ese ritmo tan sucio y húmedo.

Aún recuerda la mirada sorprendida de Tony, también recuerda que días posteriores llegaba con los labios morados y lastimados, con un poco de sangre por las heridas de aquel beso que se habían dado.

Con una sonrisita, miro la puerta. Esperando verle entrar, de pronto, escucho voces. Estás murmuraban, susurraban y le asfixiaba.

Se levantó con cuidado, mirando por su puerta a ellos que hablaban tras su espalda. Frunció el ceño, odiaba verlos cerca de su habitación.

Estaba por gritar que se alejarán, que se fueran porque estorbaban el camino de Tony, de su Tony.

En eso, ese hermoso castaño de ojos azules llegó a pasos firmes y su mirada penetrante. Sonrió y soltó unos ruiditos alegres, como si fuera un perro que ve a su amo después de tanto tiempo.

Porque eso era él, era un perro que esperaba paciente a la llegada de Tony.

Apenas el castaño entro a su habitación se lanzó a él. Lo beso como cada mañana lo hacía. Húmedo y salvaje, saboreando nuevamente la sangre del otro, gimiendo al sentir las manos de su Tony en sus caderas, pegándolo a él.

Lo miro necesitado, los besos habían quedado atrás cuando probó el falo grueso y grande de Tony. Ese que le gustaba chupar y lamer como la más rica paleta.

Y lo quería ahora, quería esa verga en su culo, embistiendo contra él con fuerza.

Pero la caricia de Tony sobre su mejilla le hizo saber que no follarían. Lo miro lloroso, triste. Necesitaba de Tony.

- ¿Cómo está mi precioso Steve?

Tembló levemente ante su voz ronca, sonrió como niño pequeño antes de volver a besar a Tony. Esta vez, se encargo de morder fuerte hasta sangrarlo y herirlo más de lo que ya estaba, lamió y chupo su sangre antes de contestar.

- Impaciente por tenerte adentro, SIM.

Contesto roncó y enfermo, por que eso era. Era un maldito enfermo mental en ese hospital psiquiátrico en donde Anthony era SIM y en dónde su esquizofrenia cada vez estaba más fuerte y solo SIM podía curarlo.

- Es hora de nuestra sesión precioso.

Asintió con emoción y pasó su lengua sobre sus labios.
Si, solo Anthony lo curaría, no como los otros psiquiatras y doctores idiotas que solo hablaban de él a escondidas, estaba seguro de eso.

SIM era y sería su salvación.