-CAPÍTULO XXII (PRIMERA PARTE)-

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El veneno de los dioses

𝐀𝐥𝐲𝐚:

«El rey de Alemania, declaró la guerra a los países que se desligaron de la D.O.T y no es secreto que los "reyes de la mafia" son los chacales de rey.

Recordemos que los caídos están formando pequeñas revoluciones en varios países, conformados por mujeres y hombres homosexuales, se están revelando ante las doctrinas de la ley.

Ahora nos preguntamos, ¿cuál será el siguiente movimiento del rey?

Entre otras noticias, cinco de los burdeles más famosos han sido atacados en solo esta semana y ya tres meses desde que empezó dicho movimiento.

¿Será un ataque terrorista?»

Un hombre hablaba dentro de una caja de cristal, miro con curiosidad dicho aparato, en el burdel no existían cosas electrónicas y la única manera de saber de ellas, era por los libros y los periódicos.

«Aryx tampoco tiene algo así en la mansión.»

«¿Será que no le gustan?»

Tal cómo dijo Alejandro, lo único que estuve haciendo en todo el día, fue observar los movimientos de pelea. Increíblemente, hay personas que dan mucho miedo.

—Vaya, vaya... —Menciona un tipo grande, semidesnudo, de tez oscura, y me mira con asco.

—¿Qué sucede? —Cruzo los brazos y lo miro fijamente — ¿Nunca has visto una mujer?

—Sólo confirmaba, si el rumor era real...

Arrugo el entrecejo.

—Dicen... —Menciona lento, mientras da un paso adelante —Que eres la puta de los hermanos Francesco —agrega con burla.

—¿Y qué, si fuera verdad? ¿En qué te afecta con quién me acueste?

«Que idiota...»

—¿Y no prefieres una mejor opción, antes de que se aburran de ti? —Da otro paso más adelante —. El jefe Aryx, se casará con Auva, y Alejandro es demasiado gay para merecerte, ¿qué harían? — Parpadeo confusa ante ese insulto — ¿Jugar al estilista?

Agarro el arma que tenía en la cintura y le disparo en los testículos, por encima de la toalla que los cubría.

«Uy, pobrecito.»

El sonido de la bala, atrajo a muchos hombres a rodearnos, pero nadie se atrevía a intervenir. Sólo se quedaban ahí, parados y viéndome con genuina curiosidad.

—Escúchame, machito de mierda —me acuclillo y lo obligo a verme; mientras, él se encontraba arrodillado y se cubría con las manos su entrepierna —, no vuelvas a insultar a Alejandro en mi delante, porque la próxima bala, irá a tu cabeza, mucho menos al hombre que te da de comer. ¿Entendiste?

Me mira enojado.

—Ya, déjalo tranquilo —comenta uno de los espectadores —, su error por meterse con el caprichito del jefe —frunzo el ceño indignada. Él levanta las manos en señal de paz —. Nadie te va a volver a molestar.

NUESTRA CONDENA © COMPLETA / EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora