-CAPÍTULO XIX-

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𝑼𝒏𝒂 𝒊𝒏𝒐𝒄𝒆𝒏𝒄𝒊𝒂 𝒎𝒂𝒏𝒄𝒊𝒍𝒍𝒂𝒅𝒂

𝑼𝒏𝒂 𝒊𝒏𝒐𝒄𝒆𝒏𝒄𝒊𝒂 𝒎𝒂𝒏𝒄𝒊𝒍𝒍𝒂𝒅𝒂

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𝐀𝐥𝐲𝐚:

El motor del lamborghini sonaba con fuerza, y la rapidez con la que se movía, era demasiado perturbador. Mi estómago se revolvía en cada curva y definitivamente amenazaba en devolver toda la comida ingerida.

—Aryx... —Llamó la voz grave de Alejandro. No entiendo el porqué, pero se la han pasado discutiendo todo el camino — Repíteme, el porqué tenemos que hacer esto.

Suspiro frustrada por lo incómoda que me siento, Alejandro conducía a la inauguración, y aunque él conduce mucho mejor de lo que conduce Aryx... La molestia de mi estómago y la mala postura me incomodan de sobremanera. 

—¿Por qué maldita sea no pudimos haber escogido una camioneta? —Me quejo quisquillosamente.

—¡Ja! Un Francesco jamás bajaría de una camioneta, si el destino es una reunión de negocios  —se burla Alejandro, lo que provoca que ruede los ojos con irritación.

Me acomodo mejor sobre el regazo de Aryx, este me tenía apretada contra su cuerpo, mientras sus brazos me rodeaban la cintura con fuerza y su rostro estaba recargado sobre uno de mis pechos.

«Si vomito, lo haré en su estúpida cara.»

—Es importante, no podemos perder estos clientes —menciona él, en completo desinterés.

—¿Y yo soy el hipócrita? ¿Enserio? —Vuelve a resoplar Alejandro —Te recordaré, que estudié ciencias económicas para llevar la empresa de nuestro padre por mejor camino —Aryx solo bufó en respuesta y Alejandro lo miro con el ceño fruncido —, lo que significa que sé lo suficiente cómo para saber con qué clientes nos conviene y definitivamente sé, que ellos no nos hacen falta.

—Lo dices solamente porque uno de ellos te ganó en el póker —responde Aryx en un bostezo.

A veces, se me hace extraño la forma en la que ellos discuten. Aryx a veces demuestra odiarlo bastante, pero luego, sonríe divertido cómo si no acabara de desearle la muerte.

Alejandro chasqueó la lengua.

—De todas maneras, no fingiré que me caen bien, y tú serás quién hará ese convenio —Alejandro parecía cada vez más cerca de perder la paciencia porque Aryx se negaba a hacerle caso, ni siquiera lo miraba —. Alya, ¿tú qué piensas, nena?

—¿Por qué le preguntas a ella? —Vocifera Aryx, esta vez, sí volteó a verlo.

—Porque ella hizo el negocio y encantó a los socios con su hermosa inteligencia y actitud, fue el día que la llevé a mi empresa —Alejandro canturreó con malicia —. La hubieras visto, todos me decían que tenía una pareja muy interesante.

Casi estoy por reírme, sino fuera porque Aryx no lo tomó cómo tal, porque se levanta y lo coge de la camisa para golpearlo. Sin embargo, por el pequeño espacio terminamos revueltos, tanto que Alejandro pierde el control del volante y ganándonos insultos de los otros conductores.

NUESTRA CONDENA © COMPLETA / EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora