-CAPÍTULO XXXV-

2.2K 291 99
                                    

𝑺𝒊𝒏 𝒋𝒖𝒊𝒄𝒊𝒐

𝑺𝒊𝒏 𝒋𝒖𝒊𝒄𝒊𝒐

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

𝐀𝐥𝐲𝐚:

Es impresionante la manera en la que me afecta, ni yo me lo creo. Pero lo siento peor que cuándo me torturaban... ¿A esto se refiere él cuándo dijo que podía sentirme? Lo siento todo tan fuertemente que me impide respirar, lucho contra las lágrimas que humedecen mis ojos y un grito que me obstruye la garganta.

«Está aquí. Conmigo. Pero se está muriendo».

Como si verdaderamente los dioses nos odiaran, tan pronto le disparan, hacen explotar otra parte del castillo... Cayendo él inconsciente a mi lado.

—Tiene la bala incrustada en el diafragma, debemos vendarlo —comentan Anton a mi lado, revisando su herida. Pero entre una respiración cortada y otra, las raíces que crecieron alrededor de mi corazón en todos estos años se incrustan profundamente, sin piedad, sin contemplación... Amargas y furiosas, sedientas por destruirme —. Tranquila, Alya, estará bien, solo está inconsciente... —Agrega para obligarme a verle —Créeme que ha pasado por cosas peores.

Oh, por supuesto que lo sé, pero no puedo evitar sentirlo. Como si me arrancaran un pedazo de mí, y, un dolor se imponga sobre todo. 

«¿Cómo pudo haber querido matar a su propio hijo?».

Dejándome recorrer por el odio y la ira, me fuerzo a mí misma de levantarme, quitarle el pantalón a un soldado muerto y ponérmelo. No me importa las miradas extrañadas o la lástima que yace en los rostros de los chicos que me ayudaron, aprieto mis nudillos con fuerza, tensando mi cuerpo y conteniendo mis impulsos. 

Pero camino directamente a Russo, extendiéndole mi mano. —¡Dame tu arma! —Ordeno abrumada.

—¡Estás demente! ¡Eso no es parte del plan! —Interviene Anton —¡Limítate a...!

—¡Casi lo matan! ¡Creo que a estas alturas no importa el maldito plan! —Grito en protesta —¡Ese maldito se acaba de escapar! ¡Debemos matarlo!

Russo entreabre los labios para hablar, pero Anton nuevamente interviene. —No finjas como si de verdad te importara, Aryx está preparado para morir si la situación lo requiere —Sus palabras me indignan furiosamente —, y, aun así, no debemos desviarnos del plan. Él no va a matar a su padre. Nadie va a matar a Alcor.

Lo sé. Porque Aryx no hace algo si no gana en su beneficio. Es egoísta y manipulador. Necesita que su padre esté vivo, no porque sienta algo de cariño, solo ganará algo importante.

Pero yo necesito hacer esto. Tengo que hacerlo.

Levanto la mirada y se la mantengo, desafiándole. —Escúchame bien Anton, yo no les debo ni una mierda. Estoy en mi derecho de quemar y destruir lo que yo quiera —Anton retrocede un paso, provocándome un escalofrío de ansiedad absoluta —. ¡De matar a quien yo quiera! ¡Y sí! ¡Estoy siendo egoísta sobreponiendo mi venganza por sobre sus necesidades o supuesta justicia! ¡Pero estoy en todo mi derecho de hacerlo! ¡No me importa si Aryx me asesina por esto!

NUESTRA CONDENA © COMPLETA / EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora