-CAPÍTULO XXXI-

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El peso del deber

El peso del deber

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Auva:

Milán, Italia
(15 de noviembre del 2023)

—Con las manos abiertas, lo recibirán en el campo de los Elíseos...

El hombre seguía hablando sobre el gran tipo que fue mi padre, asegurando muchas mierdas. No puedo prestarle toda mi atención a esa palabrería estúpida, porque simple y llanamente, no puedo creer que Aryx haya hecho esto.

No pensé que esto pasaría, no lo planeé bien, podría haberle pasado a mi madre o Pharis... Todo lo que hice en todos estos años no habrían servido para nada. 

Aunque de todas maneras no lo entiendo, Aryx antes no lo habría hecho, los ataques no eran directo a mi familia, eran a mis amigos o conocidos. No entiendo que ha cambiado en él. ¿Acaso es ella? ¿Ella es capaz de influir de esa manera? Es peor de lo que imaginé, ¡¿por qué maldita sea no se presentó en nuestras vidas antes?! ¡Pudo haberse presentado antes! ¡Cuando aún no me había condenado a su lado! ¡¿Por qué ahora?! ¡Cuando él es tan mío como yo soy suya!

Ella esta demente, ¿cómo puede gustarle Aryx de primeras a primeras? Yo pasé por toda una mierda para seguir aquí, viva y con toda mi familia de pie. Yo no pedí amarle, pertenecerle, morirme... Por todos los dioses, como la odio, odio todo lo que ella representa y a mi gustaría ser... Adaptarse tan rápido a esa situación... 

Aparentemente, terminan las oraciones para traer las ofrendas, los hombres tienen en sus manos a un pequeño becerro y empiezan a matarlo hasta derramar su sangre en la superficie de la tumba.

—¡Arrodíllense y recen! ¡Hasta que las rodillas les sangren!

Automáticamente todos nos arrodillamos, y la sangre del animal cubre nuestros rostros, estando bajo plegarias y rogando perdón.

«Estúpidos rituales.» 

No me hiere el hecho de mi padre haya muerto, era una mierda, no soy tan hipócrita como mi madre. Pero sí me asusta lo que se avecine después. Soy un animal clavado a su sexo, sin la libertad de poder desplegar mis alas, mi lugar es estar arrodillada a los pies de un hombre.

Ese es mi lugar.

Rio sutilmente ante toda esta situación.

Fui apuñalada con la belleza de miles de ángeles, ¿se supone que era una bendición?, mi padre quería un hombre, trató de asesinarme en miles de ocasiones, hasta que caí bajo la vista de Aryx. ¿Ese era mi milagro? ¿Mi salvación? De la nada pasé de ser una aberración a una dicha, a mi vida llegó una crianza llena de números y letras, lo entendí todo. El gran plan de mi padre. Unirme a ese tipo, de algo le serviría tener de principal heredero a una mujer.

Supongo que parte de las razones por las que seguí a su lado, era por el orgullo que le provocaba a mi padre. Hmm, sí, un poco de orgullo, un poco de amor.

NUESTRA CONDENA © COMPLETA / EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora