-CAPÍTULO XXVIII-

2.4K 302 149
                                    

𝐔𝐧𝐚 𝐡𝐨𝐠𝐮𝐞𝐫𝐚 𝐝𝐞 𝐞𝐦𝐨𝐜𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬 𝐟𝐫𝐮𝐬𝐭𝐫𝐚𝐝𝐚𝐬

𝐔𝐧𝐚 𝐡𝐨𝐠𝐮𝐞𝐫𝐚 𝐝𝐞 𝐞𝐦𝐨𝐜𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬 𝐟𝐫𝐮𝐬𝐭𝐫𝐚𝐝𝐚𝐬

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Milán, Italia
(10 de Noviembre del 2023)

𝐀𝐫𝐲𝐱:

—¿Ya tienes alguna pista sobre ella?

Siento unos brazos rodearme la cintura, algo contradictorio, a decir verdad, porque me fascina su dedicación a mi persona... Pero ella últimamente, está muy extraña. Suspiro en respuesta, las gotas que resbalaban sobre mi cuerpo, rápidamente se deslizaron por sus brazos... Provocándome un extraño cosquilleo.

—No, pero por quinta vez, tengo al comandante Crux por Aosta —me giro, alzando sus piernas para cargarla y llevarla hasta la cama —. ¿Desde cuándo te importa Alya?

Ladeó su cabeza, mirándome con una inocencia tan falsa. Ja, como si creyera que puede mentirme tan descaradamente fácil.

—Desde su secuestro, antes de ello, en tu ataque de pánico... —Explica, mientras sus dedos acarician mi cabello y me sonríe complacida —Me llamaste, dijiste mi nombre, no el de ella, eso me hizo saber que me habías elegido.

Parpadeo confuso.

La suelto y la mitad de su cuerpo cae sobre mi cama, dándome una hermosa vista de su cabello desarreglado y un rostro tan hermosamente perfecto.

No puedo evitar sentirme orgulloso, ella se ha convertido en alguien tan importante para mi vida, tan indispensable como el aire que uno respira, y he logrado que sea mía.

Si recuerdo nuestro pasado, miradas disimuladas e intentos más hechos de conquista. Lo he logrado hoy, alguien que decía odiarme, ahora tiene mi nombre en sus labios y he dejado mi huella en su existencia.

Resoplo con diversión, comentando algo con toda la intención de molestarla.

—No te creas tanto.

—¿Disculpa? —Arruga las cejas, indignada.

—La palabra "elegir" significa "competencia" y eso solo lleva a la palabra "opción" —me separo y camino hasta mi comoda, abro los cajones y comienzo a vestirme —. Yo no creo que tanto tú como Alya, sean una opción.

—Pero la prefieres a ella —recrimina.

Suspiré y terminé de vestirme.

—¿Ves esto? —Hago movimientos de abanicos con mis manos a cada lado —. Es la izquierda y la derecha, ¿para qué crees que los dioses nos dieron tal descubrimiento?

NUESTRA CONDENA © COMPLETA / EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora