-CAPÍTULO V-

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𝑫𝒆𝒔𝒆𝒐

𝑫𝒆𝒔𝒆𝒐

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𝐀𝐫𝐲𝐱

Desperté con un dolor de cabeza, de cuello y de espalda fenomenal, me encontraba tirado en el suelo como si fuera la mierda del perro.

Veo la hora en el reloj y me doy cuenta que son las diez de la mañana.

Me cago en mi puta suerte.

Me levanto muy aturdido y en eso, me fijo en la habitación... Que no es mía, toco ligeramente mis brazos y me doy cuenta que estoy sin camisa. Solo un nombre aparece en mi cabeza.

Esa maldita mujer.

«Alya»

Recuerdo que ayer en la noche, entré para avisarle que nos íbamos a Milán.

Salgo del cuarto corriendo y busco entre los pasillos esa cabellera negra con delicadas ondas que me vuelven loco ¿Se habrá escapado?

No, descarto esa idea por lo inverosímil que suena... Tengo las calles y todo el puto edificio rodeado por el ejército de Padre. Si ella hubiera salido, me la habrían traído de rodillas.

¿Y si escapó con otro hombre?

No, no, no y no; ella no salió del maldito cuarto. Justamente para que nadie la viera, la tocara o tan solo respire el mismo aire que ella.

Mi corazón molesta, al pensar que está con otro hombre en su cama; mientras se desviste y se deja tocar por otro hombre.

Me detengo en seco al darme cuenta de mis propias emociones. Nunca había percibido tal posesividad en mí y mucho menos por otra persona. Lo único que me importó siempre, fue la conquista y la lealtad hacia mi destino, tal emoción banal e incomprendida para mí, como la «inseguridad» o lo«celos», es totalmente ajeno a mi egoísta corazón.

Pero, el tan solo pensarla con otro...

Mierda.

Doy un golpe en la pared.

La mantuve encerrada todos estos días y nunca salió, el único que entró fue...

¡Doble mierda!

Más te vale que estés en la puta sala y llamando al puto ejército, antes de que pueda degollarte amigo mío.

Saco mi celular y marco un número.

—Comandante Crux —hablo por el celular —, le ordeno una misión de búsqueda y captura a Minerva Alya.

NUESTRA CONDENA © COMPLETA / EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora