-CAPÍTULO I-

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Más de lo que valgo

Tokio, Japón (Agosto, 2023)

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Tokio, Japón (Agosto, 2023)

Alya

««Mi cuerpo brillaba bajo las estrellas de mi constelación; mientras unos brazos desnudos me apegaban a su pecho, erizando los vellos de mi espalda. Podía sentir su corazón bombear, quiero creer que nuestros corazones bombean en la misma sintonía y que estoy destinada a un mejor futuro. Mis labios pican por besar a aquel cuerpo, en mi interior crece un calentamiento que nubla mi mente y mi corazón.

Lo deseo, lo deseo tanto.»»

Me desperté teniendo el mismo sueño, el mismo sueño que yo misma creé cuando cumplí los trece y aunque nos era prohibido soñar; me permití sentir amor por primera vez cuando soñé con la constelación que me dio mi nombre. Luego, al cumplir los quince, me permití soñar con el deseo de mi libertad. Y ahora que cumplo veinte, me permito soñar con la pasión de amar el destino que los dioses me dieron.

La temporada es tropical y hoy es especial, aparte de ser mi cumpleaños; hoy desfilaré como manceba. Puede que no sea algo de lo que una mujer debería sentirse orgullosa pero dónde todos ven oscuridad, yo veo una oportunidad. Aunque siempre dicen que es de mala suerte que tu cumpleaños caiga el mismo día de tu venta, pero realmente quería creer que hoy sería un día diferente. Sería especial.

Madame Syrma entra a las habitaciones derrochando autoridad y elegancia, justo como lo haría un Cisne. Su semblante era serio y distante. La he visto en ese estado en muchas ocasiones, aunque ella no lo demuestre, le duele esta costumbre. Todas las chicas se levantan automáticamente y se sitúan a lado izquierdo de sus camas. Nos pide desnudarnos porque empieza la revisión y no puedo evitar comparar mi cuerpo con el de mis otras compañeras.

Fatal.

No hay peor humillación, que cuando te comparas con otra mujer porque eso solo simboliza una cosa:

«Inseguridad»

Y no es posible sentir inseguridad de tu propio cuerpo, porque eso significa vergüenza. Y así sea prostituta o manceba, no puedo permitirme sentir vergüenza de mi propio cuerpo.

Mi lluvia de pensamientos se detiene cuando fijo mis ojos en los orbes rojos de Madame Syrma.

—¿Nerviosa, Minerva? —Madame Syrma toca mis senos y analiza cada centímetro de mi cuerpo —Hay una buena competencia este año.

Madame Syrma es la dueña, ama y señora de todo lo que significa La casa de las flores. Ella es lo más cercano de lo que significa una madre para mi. La tengo tan cerca, que puedo admirar su esbelta figura y su belleza dorada. Muchos quisieron casarse con ella, muchos la cortejaron hasta hostigar a su familia, le ofrecieron el mundo... Y ella no aceptó.

NUESTRA CONDENA © COMPLETA / EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora