-CAPÍTULO XXXVIII-

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Mitomanía

𝐀𝐥𝐲𝐚:

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𝐀𝐥𝐲𝐚:

—Que gran placer verla —es interesante ver como me tratan a comparación de Aryx.

¿Son así todos los latinoamericanos?

—No lo discuto —interviene el susodicho, sonriendo antipáticamente como un ganador —, cuando se enoja se ve mucho más hermosa.

—Debe sentirse afortunado en todo caso —el hermano mayor me extiende la mano para ayudarme a bajar del jet, cosa que acepto gratamente.

Bajo una atenta mirada seria, le sonrío al hermano. —Exacto, "debería", pero no todos comparten sus buenos gustos —. No es que me guste hacer enojar a Aryx, pero es una adicción de adrenalina que siempre moriría por sentir.

Tampoco es que me guste alguno de estos hermanos, pero es gratificante saber que no importa cuán confiando esté Aryx por tenerme, siempre tendrá esa duda de que en cualquier momento pueda traicionarlo.

—Los llevamos a nuestra finca, les va a encantar —interviene el otro hermano, agarrando con demasiada confianza el hombro de Aryx y lo hala detrás de nosotros —. Tenemos muchos paisas, la vista es espectacular y... —No puedo evitar sonreír ante la cara de asco de Aryx.

—Les encantará nuestro café —complementa su hermano, llamando mi atención con más ímpetu sin ocultar su coquetería. Cosa que me sorprende porque parece que no le intimida la presencia de Aryx —. El café colombiano es el mejor del mundo, más que el italiano.

Intento reprimir una risa por su comentario, levemente miro a mi italiano, quien me corresponde con una mirada arrogante.

«Enserio se cree mucho».

Mientras todos van conversando de negocios en el auto, me entretengo con la maravillosa vista, no sé de qué manera es diferente a Italia, pero lo es. Se respira un aire diferente, las personas se ven diferentes... Es más libre.

Cierro los ojos por un momento, respirando paz tan lentamente como casi nunca hago, quisiera que esto fuera eterno, congelar mi existencia en este preciso momento y olvidarme de todo horrible pasado.

Cada que pasa por mi mente todos esos horribles sucesos, me da tanto frío y me entran unas ganas de vomitar. Estoy tan jodida.

—Puedo darle un recorrido...

Parpadeo confusa ante la voz, dándome cuenta de que Aryx y Louis estaban alejándose mientras que hablaban con el otro hermano.

—¿Disculpe? —Él sigue sonriendo, mirándome coqueto detrás de la puerta del auto —Estoy un poco perdida, lo siento.

Ensancha una sonrisa descarada. —Lo noto, felizmente para usted, planeo ser su guía hoy, y si usted me acepta —Abre la puerta y me extiende la mano. ¿Qué le pasa? ¿Acaso quiere morir? —, lo que me queda de vida.

NUESTRA CONDENA © COMPLETA / EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora