-CAPÍTULO XXXVII-

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𝑹𝒆𝒔𝒆𝒏𝒕𝒊𝒎𝒊𝒆𝒏𝒕𝒐

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𝑹𝒆𝒔𝒆𝒏𝒕𝒊𝒎𝒊𝒆𝒏𝒕𝒐

𝐀𝐥𝐲𝐚:

—¿Estás lista?

Doy un respiro largo, tratando de aguantar los nervios y tragarme la ansiedad que me posee jodidamente como un cáncer.

—Puedo sonar infantil, mediocre y por mucho humillante —levanto la mirada, encontrándome con la suya, viéndome curioso —, pero ¿podrías darme la mano?

—¿En serio? —Pregunta con una pequeña sonrisa burlona, tomando mi mano y llevándosela a sus labios —Bueno, no me importa ayudar a la mujer más peligrosa de todos los tiempos —no puedo evitar sonrojarme, él en serio es desesperante, me nerva. Alimentando mis nervios, deja un suave beso en mis nudillos, volviendo a sonreír con más ímpetu y descubriendo unos hoyuelos que no siempre muestra —, si mi toque te calma, ¿quién soy yo para negarme?

Ambos sabemos que esto es solo un juego, pero tales palabras y acciones cursis son lo suficientemente enternecedoras para mi corazón. La vergüenza se apodera de mi cuerpo, puedo leer muy fácil sus intenciones, puedo sentir sus emociones como una fuerte tormenta arrasando en mi interior. Él es algo predecible, tiene su hombro vendado y su brazo enyesado, pero sus deseos son tan claros... Parece que en verdad sufre aguantándose las ganas de acercarse más, de asfixiarme con su presencia; es un poco gracioso, la manera en la que mira alrededor y seguidamente acaricia mi mejilla con su otra mano.

«Su mano está desesperada por tomarme del cuello, de la cintura y de cualquier otra parte con la que está obsesionado».

—Ya llegaron todos los invitados —Hazel nos interrumpe, dándonos una clara mirada de desdén —. Por favor, ¿no me digáis que vais a follar ahora mismo?, estamos en medio de algo importante...

Aryx rueda los ojos, halándome de la mano para salir de la habitación. En cierto modo no sé cómo reaccionar o a qué atenerme al salir, tengo miedo de lo que pueda pasar, y no sé cómo él no está nervioso o temeroso del futuro.

Envidio su carácter. De verdad, odio ser mujer.

Él afianza su agarre, convirtiendo su toque en un cosquilleo que se filtra bajo mi piel. —No olvides que no debes bajar la cabeza ante ninguno de esos bastardos —Susurra sin verme, caminando ambos con orgullo hacia las mesas dónde se encontraban todos los invitados. De alguna manera, sus palabras no logran calmarme —, eres mejor que cualquiera de ellos y sus críticas no deben afectarte.

Menciono un saludo sin importancia al llegar, no conozco a ninguna de estas personas, a excepción de dos. Tal que, evito verlos y, me limito a observar a Aryx.

NUESTRA CONDENA © COMPLETA / EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora