-CAPÍTULO XXII (SEGUNDA PARTE)-

3K 351 170
                                    

Morte ad Aosta

Morte ad Aosta

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

𝐀𝐥𝐲𝐚:

Esto ya no era una coincidencia, oí que estaban atacando casinos y burdeles; pero justo cuando Aryx y yo salimos, curiosamente también atacan ese lugar. Miro de reojo su perfil, mientras escapamos, él no deja de hablar en francés por un intercomunicador. Su tono es mordaz y peligroso, tal vez, él ya tiene un sospechoso.

Subimos al segundo piso, era una emboscada completa, la mayoría de hombres estaban matando a las prostitutas, y las telas que dividían los espacios estaban salpicadas de sangre.

No me puse a pensarlo realmente porque no lo considero una buena suerte, pero quizás, el hecho de que me haya comprado Aryx, fue una buena jugada de los dioses. Quien sabe, y si me hubiera comprado otro, tal vez ya estaría muerta.

Leandro nos alcanza, junto con un par de guardias y nos oculta en una habitación aparte.

—¿Viste quiénes eran? —Pregunta Aryx.

—No llevan emblemas de ninguna organización —Auva y yo saltamos del susto ante una pequeña explosión, los demás guardaespaldas estaban peleando a muerte al otro lado de la puerta. Leandro parece nervioso, cómo si por primera vez, no quisiera estar al lado de Aryx —, puedo suponer que son sicarios.

Aryx chasquea la lengua y se voltea a vernos.

—¿Qué está pasando? —Pregunta Auva, asustada por la significativa mirada de él.

—¡Estamos al borde de la muerte, maldita sea! ¡Eso pasa! —Grito desesperada por su estupidez.

Ella niega, empieza moverse de un lado a otro, desesperándome más.

—Te voy a golpear, lo juro —amenazo irritada.

Entre todo mi enojo, camino sutilmente al balcón. —Alya, te pueden disparar —Advierte Aryx, sin importarme, me acerco más, viendo sólo un par de guardias.

—Aryx, sólo son un par —me giro a verlo —, Leandro puede usar un silenciador y dispararles.

Él le hace una señal a Leandro, quién alista su arma para disparar. 

Estábamos a una distancia muy extensa del suelo, una adrenalina arrasa en mi cuerpo, obligándome a quitarme los tacones y amarrar varias telas hasta formar una soga larga.

—¿Qué haces? —Auva se me acerca histérica —. No tenemos tiempo para esto, tenemos que huir.

Suelto un resoplido, para girarme y agarrarle del mentón con fuerza.

—Las paredes de este casino son muy altas, si no perdieras el tiempo quejándote, podríamos atar más telas y saltar por la ventana —un leve color rosáceo se instaló en sus pálidas mejillas y se alejó irritada. Bufo con diversión, Auva podrá ser muy hermosa, pero definitivamente Lidya es una belleza andante. Me acerco lentamente a ella, con toda la intención de molestarla —. ¿Qué sucede, pequeño cervatillo, te pongo nerviosa?

NUESTRA CONDENA © COMPLETA / EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora