CAPITULO 47

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Luca

Sorpresas desagradables

Creo que me estoy enamorando.

No sé como ha pasado, en realidad no sé si quería que pasara pero pasó y me veo incapaz de hacer algo al respecto. Ella es como un cáncer que acapara todo mi cuerpo, me tiene atado a su belleza tirando de mis cadenas cada vez que quiere.

Katherina Kozlov De la Riva es la peor enfermedad que uno puede tener y yo estoy enfermo por ella.

No debía suceder esto, debí detenerlo cuando lo supe pero en lugar de eso seguí enamorándome como un completo idiota. Al igual que ella yo no tengo lugar para el amor en mi vida, ni siquiera sé si ella me quiere.

<<Me estoy volviendo loco>>

En lo que lleva del día está encerrada en su habitación. No es la misma desde la muerte de Archer, apenas come, si antes hablaba poco ahora no habla para nada. Cuando vi lo que era capaz de hacer me impresioné, sin embargo no era algo que yo ya no haya hecho. Ya es domingo por la tarde y ya me cansé de guardarme en casa para darle su espacio.

Tomo un baño, me cepillo los dientes, me cambio y salgo de mi habitación. La encuentro tumbada en el mueble leyendo uno de los libros que le regale, viste solo unos shorts y un top, se le ve cansada y un poco aburrida.

—¿Vas a salir?—pregunta cuando me ve.

—Si—afirmo sentándome a su lado—Tengo cosas que hacer.

Sigue mirando su libro, no lo lee, solo lo mira como si pudiera perderse entre las páginas buscando un refugio.

Me jode verla así, tan triste que no tiene ganas de nada, llora todas las noches en su habitación pensando que no la escucho.

Le arrebato el libro poniéndome de pie, me mira con rabia parándose al instante.

—No me estás escuchando—digo colocando el libro por encima de mi cabeza siendo consciente de que le saco por lo menos medio cuerpo—Ya me cansé de verte todo el día encerrada sin hacer nada, se supone que deberías estar trabajando. Debería de reducirte el sueldo.

Se cruza de brazos.

—Tú no eres quien me paga—inquiere—El que firma mis cheques es tu padre.

—¿Y de quien crees que es el dinero con el que te paga?—sonrío—La fortuna Salvatore es mía.

—Devuélveme mi libro—pide con la mano extendida—No tengo paciencia para lidiar con esto ahora.

Todo este jueguito del libro me recuerda a los primeros días en los que llegó, cuando no podíamos compartir el mismo oxígeno.

—Tú ganas—me rindo.

Bajo el libro dándoselo, cuando lo toma aprovecho para tomarla de la cintura, voltearla y que su trasero quede contra el bulto en mi pantalón.

—¿Ya olvidaste como me pones?—le susurro al oído.

Se queda quieta con la respiración acelerada cuando restriego mi erección en sus glúteos. Tiro de su cabello hasta que su cabeza queda arqueada mirándome.

—Ya basta de lutos—tiro más fuerte de ella—Yo también te necesito y no estás para mí, necesito que estés.

—¿Y qué pasa si no quiero?—jadea.

Le muerdo el lóbulo de la oreja.

—¿Estás segura de eso?—mis dedos se van hacia su sexo—Creo recordar que te gustaba esto.

TentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora