CAPITULO 4

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Las peleas

Luca

Después del incidente del comedor me dediqué a pasar olímpicamente de ella y fulminarla con la mirada cada vez que podía, había tenido que aguantar a mis amigos decir lo buena que estaba mi nueva "prima" y, lo que más incómodo me resultó fue el hecho de que me cabreaba que se la comieran con la mirada, no sabía el por qué y tampoco me interesaba descubrirlo. Me había puesto duro la forma en la que había derribado a Carter de esa manera tan rápida; Carter era igual de alto que yo y era un poco gordo, pero eso no fue impedimento para ella

Entonces recordé que mi padre me había dicho que cada uno de los candidatos que había para mi protección no solo eran guardias, si no que fueron educados como asesinos, despiadados y sin ningún remordimiento a la hora de arrebatar una vida; lo cual me hizo pensar en cómo una chica que parecía una modelo de revista pudo aguantar el trato militar y la vida como asesina. Cuando regresé a clases después de el numerito que mi nueva guardaespaldas había ocasionado, todos me hicieron preguntas de cómo ella había aprendido a pelear de esa manera, algunos tíos me pidieron su número de teléfono a lo cual y respondí con un rotundo "no". Cuando llegamos a casa ambos nos dirigimos a nuestras habitaciones y yo me relajé en mi cama y en algún momento debí quedarme dormido.

Un olor a especias me despertó, me incorporé y salí de mi habitación buscando el aroma tan delicioso que por poco me hacía babear. Sentada en la isla de la cocina se encontraba Katty, con un libro en la mano y la otra cogiendo el tenedor que se llevaba en dirección a esos labios que podían volver loco a cualquiera, no estaba acostumbrado a comer en casa y era porque no sabía cocinar, pero lo que ella hizo olía extremadamente bien.

— ¿Tú hiciste eso? —pregunté mientras la rodeaba y abría el refrigerador para coger una botella con agua.

—Si— respondió sin levantar la vista de su libro.

—¿Guardaste un poco para mí? — olía tan bien que me moría por probarlo.

— No — dijo aún sin mirarme.

—Eres muy descortés.

Ella se encogió de hombros y fue tanto mi frustración que arrebaté el libro de sus manos y pareció sorprenderse, pero esa emoción fue reemplazada por una calma inquietante.

— Dame mi libro — dijo extendiéndome la mano para que se lo dé y yo negué con la cabeza con una sonrisa divertida, sujeté el libro por encima de mi cabeza estirando el brazo lo más que pude.

—Si logras alcanzarlo será todo tuyo— dije siendo muy consciente de que le llevaba por más de dos cabezas.

—No seas niño y devuélvemelo ¿quieres? — pude ver como comenzaba a perder la calma que tenía hace algunos minutos. Cuando se dio cuenta de que no planeaba dárselo se incorporó y se acercó hasta mí; si las miradas matasen yo ya no estaría aquí. Levantó un brazo con la intención de alcanzar el libro, pero yo cogí su muñeca y la presioné contra su espalda que a la vez estaba contra mi pecho, solté el libro en la isla y con mi otra mano inmovilice su otro brazo mientras la empujaba contra una pared, ella puso fuerza, pero yo era más fuerte.

—No creíste ni por un segundo que olvidé lo que me hiciste hoy antes de irme a clases ¿no? — susurré cerca de su oído.

Ella tiró la cabeza hacia atrás para poder verme y no pude evitar pensar en lo delicada que era su nariz respingada y los carnosos que eran sus labios, nos quedamos mirándonos una fracción de segundos, pero eso bastó para que su talón se estrellara contra mi pie haciendo aflojar mi agarre y dándole tiempo suficiente para tirar de mi brazo y estamparme contra la pared. Me observó por un segundo para después soltarme y regresar a leer su libro mientras comía.

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