CAPITULO 52

128 7 0
                                    

Luca

Heridas que no sanan

Una pérdida puede ser tan dolorosa para cambiarnos lo suficiente, para abrirnos una herida que, conforme pasa el tiempo, no se llega a cerrar del todo, perder a alguien puede ser doloroso pero creo que es aún más jodido cuando te pierdes a ti mismo, saber que por más que buscas no encuentras nada que te llene y ahora mirándola sobre mi pecho dormida de tanto llorar es cuando comprendo que, a veces, ver heridas en una persona que amas te puede doler como si tu las tuvieras.

Saber que Katt iba a ser madre hace algunos años me desconcertó ya que ella no es del tipo de persona con la cual te imaginas que pueda quedar embarazada. Nuestras respiraciones se coordinan y mis dedos recorren su espalda desnuda viendo los tatuajes que tiene.

Mi mente recuerda los dragones que tiene tatuados en el pecho debajo de los senos recordandome el fuego que somos y lo capaces que somos de quemar a todos y a todo lo que intente dañarnos.

Me jode no poder haberla conocido en una cafetería normal o en alguna fiesta, y no me jode exactamente el hecho de que sea mi guardaespaldas, es porque sé que nos queda poco tiempo y no podré hacer nada para quedarnos juntos.

—Vas a quemar las pocas neuronas que te quedan de tanto pensar—bosteza levantando la cabeza para mirarme—Se supone que los niños bonitos no piensan.

—Y se supone que la empleada no debería dormir en la misma cama que el amo—respondo—Pero aquí nadie hace lo que debería...

Rueda los ojos parándose de la cama dejándome verla tal y como Dios la trajo al mundo, sus tatuajes la hacen ver sexy que trato de levantarme tras ella pero se me es imposible cuando su perro endemoniado se coloca sobre mí gruñendo de cerca.

—¡Dile a tu puto perro que se baje!—le grito a la pelinegra que se ríe de la situación.

—Está bien—se acerca—напугать его.
Habla en ruso y el perro no se aleja sino que me enseña los dientes y comienza a gruñir más como si fuera a comerme aquí y ahora.

—Katt...no me obligues a hacer algo de lo que puedas arrepentirte—mi brazo baja con cuidado para tomar el arma que siempre cargo.

Pero obviamente ella capta el movimiento y se adelanta a tomarla antes que yo. Maldita.

—Высокий, спускайся оттуда—el perro baja de la cama con su orden y se sienta —лежать, не двигаться.

El animal se echa y se queda inmóvil.

—Nunca te había escuchado hablando ruso—hablo mirándola fijamente—Se escucha sexy.

Voltea los ojos.

—Eres un idiota.

—Lo soy, pero si puedes decirlo en ruso sería un idiota agradecido.

Coge una almohada tirandomela en el rostro.

—Muerete Salvatore.

—Mátame, De La Riva.

—Con mucho gusto lo haría si es que no me pagaran por mantenerte vivo—me tira la almohada en la cara.

Se la regreso y se cubre los pechos con ella.

—Eso es lo único bueno que ha hecho mi padre en toda mi vida

—Entonces deberías tratarlo mejor, ¿No crees?

Me incorporo para mirarla.

—¿Desde cuándo te importan mis dramas familiares?

TentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora