CAPITULO 23

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Dioses de ojos celestes

Katt

Eran las dos de la mañana y no podía dormir, daba vueltas en mi cama pensando en lo que habia dicho hace algunas horas. Las palabras se me salieron por la adrenalina del momento.

Después de arrojar los cuerpo al mar no pude pensar en otra cosa que no fuera él tratando de defenderme cuando sabe perfectamente de que puedo sola. Sé desde hace mucho tiempo que Luca Salvatore no es quien dice ser.

En el centro comercial me di cuenta de las miradas que le dedicaban las mujeres y de vez en cuando bajaba un poco mis lentes para mirarlas feo, no son celos, solo era para joderle un poco la vida.

Miro el techo pensando en como carajos se me ocurrió decirle sobre mi infertilidad, no quería parar de montarlo y se me salieron las palabras porque estúpidamente creí que no le tomaría importancia. Me coloco la bata y salgo a la cocina para prepararme un taza de café caliente, prendo una tenue luz de la campana que está encima de la cocina mientras pongo el agua a hervir, saco uno de los libros que me compró Luca y lo trato de leer pero no me puedo concentrar.

Mi mente sigue pensando en lo que le dije, su rostro cuando se lo confesé y cuando el pánico me invadió me fui corriendo, porque si, yo podia ser muy valiente pero mis sentimientos me volvían una cobarde. Prefiero huir de lo que siento que enfrentarlo, es la única manera que tengo de avanzar, de levantarme cada mañana y acostarme cada noche.

La tetera suena y me aproximo a apagarla sirviéndome una taza de café.

-Ahora eres tú la que no me deja dormir-Luca aparece detrás de la barra haciéndome saltar del susto.

-¡Casi me matas de un puto infarto!-le grito dejando la taza sobre la barra-¡¿Quieres matarme?!

-Si es de orgasmos por su puesto-dice yendo al refrigerador y sacando helado-¿Quieres?

Niego acabándome el café de un trago, quiero irme a la cama antes de que toque el tema.

Paso por su lado sin prestarle atención para lavar mi taza, la empiezo a lavar cuando siento su cercanía por detrás.

-¿Qué pasa?-besa mi hombro-Te creía más valiente, no pensé que fueras de las personas que huían.

-Piensas demasiado entonces-respondo sin voltearme, no quiero mirarlo porque sé que me perderé en sus ojos.

Siento algo frío sobre mi hombro, miro de soslayo y veo que ha puesto un poco de helado ahí.

Lo lame sin perder el contacto visual, besa mi hombro.

-No importa que tan podrida estés-susurra contra mi piel-Te puedo asegurar que yo estoy igual.

Volteo la cara conteniendo lo que su comentario me provoca, respiro hondo cuando su mano me agarra de la cintura y desata el nudo de mi bata dejando me en ropa interior contra su torso, siento la gran erección en mi espalda.

-¿No te cansas?-pregunto tratando de moverme pero me lo impide presionándome con su enorme cuerpo contra el lavabo.

-¿De tu cuerpo?-besa mi nuca-Nunca.

Mete la mano en el elástico de mis bragas y las arranca de un tirón haciendo que se me escape un jadeo y en 3...2...1, ya estoy mojada.

Con sus dedos se abre paso entre mis pliegues y escucho la sonrisa cuando se da cuenta de lo húmeda que me encuentro por él.

-No intentes negar lo que tú cuerpo contradice-me voltea de golpe, la diferencia de altura es notable y tengo que alzar la cabeza para poder mirar esos ojos tan claros como el cielo.

TentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora