CAPITULO 32

255 28 88
                                    

Paradise

Katt

El sonido de los pájaros me despierta encontrándome con el espécimen de más de 1.90 a mi lado.

El cielo está brillante y...

¿El cielo?

Me trató de sentar pero la pierna de Luca no me deja. Estamos desnudos en plena torre Eiffel, trato de taparme pero no hay nada, mi vestido lo rompió ayer la bestia que tengo al lado.

Gruñe cuando trato de soltarme y solo me abraza más fuerte. Que idiota.

-¡Despierta de una maldita vez!-le doy un golpe en el brazo pero solo se arrima más a mi-¡La gente no tardará en subir!

Me quedo frente a él cuando dos iris celestes como el cielo me dejan quieta.

-¿Siempre eres así de amargada?-pregunta arrugando el ceño por la luz-Relájate un poco, nadie vendrá hasta que yo lo diga.

Su arrogancia me desespera.

-No quiero que nadie me vea desnuda-refuto y trato de empujarlo pero de nuevo vuelve a pegarse contra mi hasta hundir su cara en mi cuello-Quítate.

Besa mi cuello y en menos de un minuto ya lo tengo encima de mi. Sus ojos están más claros de lo normal.

-No voy a dejar que nadie te vea desnuda-nuestros alientos rozan y Luca aguanta la respiración-Deberías comerte una menta.

Lo miro mal pero solo se ríe.

-Es una broma-me besa pero no le correspondo -Ya quita esa cara.

Es un imbécil, trato de empujarlo pero antes de tocarlo empieza a hacerme cosquillas, intento aguantar la risa pero no puedo contenerme y termino retorciendome debajo de él.

El sonido de su teléfono hace que de aleje.

-Camille-dice en modo de saludo.

Ruedo los ojos cuando se sienta para hablar con ella.

Cómo quisiera que la tratara como Maggie, pero no, siempre tienes tiempo para ella o lo que necesita.

-¿Ahora?-se mira el reloj de oro en la muñeca-Estoy ocupado.

Me guiña un ojo pero solo lo ignoro.

-Está bien-se pone de pie-Voy para allá.

Cuelga la llamada y empieza a vestirse, yo por otro lado sigo acostada mirando su cuerpo hasta que se pone la camisa. Me tira el saco de vestir a la cara.

-Ponte esto para salir-ordena-El padre de Camille quiere desayunar conmigo en unos minutos. Tenemos tiempo suficiente para llegar al Hotel y cambiarnos.

Me pongo el saco de mala gana y doy gracias que el saco me quedé extremadamente grande.

-¿El padre de Camille esa así con todos sus amigos?-bajamos por el ascensor-O solo con los que se acuestan con su hija.

Me mira divertido y suspira.

-Los Salvatore y los Dubois llevan haciendo negocios desde que nací-explica dirigiendonos al auto que nos espera a la salida de la torre-El padre de Camille me tiene aprecio y solo quiere verme antes de que nos vayamos hoy por la noche.

-¿Camille estará ahí?-no contengo el impulso.

«Amarrate la lengua»

-No, su padre no la deja ir a un lugar como ese-salimos rumbo al hotel-Las mujeres no entran.

TentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora