Capítulo 22

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DIXON

El panorama era una pesadilla. Mis compañeros, amigos y vecinos, todo el grupo que vino a buscar sobrevivientes terminó decapitado, todos menos yo y Arturo, mi jefe.

 Fuimos interceptados por un grupo de saqueadores, terroristas, yo que sé, lo que sea que se consideren ellos. Solo sé que se aprovecharon de nosotros y nos lo arrebataron todo.

Las cabezas de los demás no pararon de rodar. Fuimos acorralados en medio de la autopista, Arturo y yo ya no teníamos opciones de escapar, eran más de veinte hombres. Solo nos quedaba mantener la boca cerrada y no declarar nada ante estos imbéciles bien armados y listos para recibir ordenes de su superior.

—Preguntaré una última vez y si uno de ustedes no habla tendré que decapitar a uno de los dos al azar.—el líder de su grupo habló mientras sostenía su machete repleto de sangre, la sangre de mis compañeros.—¿Dónde queda esa famosa escuela de la que tanto hablaron?

Nos quedamos callados, ni uno de los dos dijo ni una sola palabra. Arturo ni le tenía miedo a la muerte con tal de proteger a su nieta.

—¡Vaya, ustedes dos si que están mudos!—dijo el líder mientras limpiaba su machete con un trapo.—Joder, odio ser el único que habla, doy lástima, me están haciendo pasar un momento muy vergonzoso.

—No diremos nada. Personas como ustedes solo tienen el camino del infierno abierto, jamás llegarán al refugio, no mientras yo siga con vida.

—¡Acérquenme al anciano por favor, la edad ya le llegó!—indicó el bastardo.

Dos de su grupo lo tomaron de los hombros y lo lanzaron hacia su líder. Arturo tenía las manos atadas y no pudo defenderse.

—Espero que hayas tenido una larga y prospera vida. Es momento de enviarte a tu deseado...—pausó el imbécil.

De un solo movimiento, el líder de los saqueadores decapitó a Arturo de forma repentina sin terminar sus palabras. La cabeza de Arturo cayó al suelo y rodó hacia mis piernas. La sangre de la persona que más admiraba terminó esparcida en mi rostro.

—Paraíso...—él se carcajeo, la situación era divertida. Era un psicópata completo.—Bueno, ahora solo nos queda un último juguete. ¿Podrías decirnos dónde queda tu refugio? Estamos cansados y necesitamos un lugar para descansar, ¿Acaso no era su misión rescatar y llevar a más sobrevivientes a su refugio?

—Sobre mi cadáver, jamás lo...

El sonido de la radio interrumpió la escena.

—¡¿Qué es eso?!—el líder preguntó.—Traigan la radio ante mi.

Sus subordinados trajeron la radio y se la entregaron al psicópata.

—¿Están allí? Hace días que no responden los mensajes, hemos logrado conseguir recursos del centro comercial que está a pocas cuadras de la escuela, hubo bajas y estamos desprotegidos, necesitamos su apoyo para proteger el lugar. Por favor repórtense, aquí Megan informando.—transmitió la señal.

Todo el grupo de soldados comenzó a prepararse. Subieron a sus coches y guardaron sus armas, de inmediato, ya estaban listos para partir.

—El centro comercial...solo queda uno de esta ciudad por visitar. Veo que el viejo tuvo razón, tuvo que estar muerto para poder encontrar la dirección. ¿No es divertido?

—Señor, es ella.—Uno de su grupo lo interrumpió y le entregó un Walkie-Talkie.

—Sí, ya sabemos su ubicación. Nos dirigimos allí en unos instantes, esperaré a tus órdenes. Nos veremos en el punto de encuentro como acordamos. ¿Qué lleve rehenes? Vale...está bien.—la llamada terminó y el guardó su dispositivo en su bolsillo.

El continuó limpiando su arma y posteriormente se acercó a mí, me tomó del cabello de forma brusca y me miró a los ojos.

—Es tu día de suerte amigo, vendrás con nosotros a dar una visita inesperada a tus queridos compañeros.

FIN DE LA PARTE UNO

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