Blue
—Blue, yo...—Craig intentó decirme algo.
—No...no digas nada Craig—lo interrumpí.
No quería hablar sobre esa pesadilla, no quería recordarla. Craig intentó encontrar un momento adecuado para conversarlo, pero no estaba lista. Él se sentía culpable por la situación.
—Está bien...yo lo siento—se sobó el hombro.
Red nos aseguró que la ruta iba a ser corta y segura; pero resultó ser una larga, en vez de llegar rápido a la escuela, solo nos alejábamos más. Ella nos guio hasta un callejón inhóspito y a oscuras, notó algo extraño y se detuvo.
—Ustedes tienen linternas, ¿podrían encenderlas?—sugirió Red—No hay que arriesgarnos a encontrar algún infectado.
Red tenía razón, era un callejón enorme, con demasiadas sombras, la salida del callejón parecía un rectángulo diminuto a lo lejos.
—Está bien—aceptó Craig.
Craig encendió su linterna y nos llevamos el susto de nuestra vida.
Cuatro sujetos armados con rifles salieron de las sombras y nos apuntaron. Dos de ellos llevaban pantalones de camuflaje, como los militares suelen llevar; otros parecían ser cazadores, sus rifles estaban muy personalizados y sus abrigos eran de pieles. A primera vista, no eran militares, policías o mucho menos agentes del gobierno; eran menos que eso. Antes del apocalipsis, el país se vio envuelto en protestas y el gobierno había contratado mercenarios para hacer el trabajo sucio, mi conclusión es esa: Mercenarios.
—¡Mierda, Red atrás!—exclamó Craig.
Craig se dio media vuelta, me tomó de la mano e intentó sacarme del callejón. Por desgracia, unos tres sujetos armados más nos cerraron el paso. Red se mantuvo tranquila y tomó a Craig del hombro.
—Confía en mí Craig—dijo en voz baja.
Red le dio un puñetazo a Craig en las bolas y lo tiró al suelo. Luego se agachó y le dijo un par de frases en el oído, ella se levantó y me apuntó con su arma.
—Blue, no intentes nada—me ordenó Red—manténganse callados.
Los mercenarios comenzaron a acercarse lentamente, amenazando con sus armas cargadas.
—¡Aquí tienen más sobrevivientes!—exclamó Red—¡El trato está hecho!
Un mercenario más salió del callejón junto con una jaula pequeña, dentro había un gato blanco muy peludo y sucio.
—Hikikomori...—mencionó Red.
—El trato está cerrado—dijo el mercenario de la jaula.
Él tiró la jaula a los pies de Red.
—¡Maldita traidora!—gritó Craig adolorido por la patada en los huevos.
Red levantó la jaula y se fue del lugar, no sin antes hacer un gesto de corazón coreano con sus dedos, aquel gesto iba directamente a mí.
Red nos había traicionado por su maldito gato, no era de fiar. Esa maldita traidora, se veía venir, no se porqué fui tan ingenua otra vez. Simplemente se fue acariciando su sucio gato.
Los mercenarios nos quitaron nuestras armas y mochilas, nos separaron de nuestras cosas, nos colocaron esposas y nos taparon los ojos con unas vendas. ¡Las esposas! Eran similares a las que esas dos ratas nos colocaron, no cabe duda que formaban parte del mismo grupo. Nos llevaron hasta un vehículo y nos mantuvieron vigilados hasta llegar a su destino. Craig intentó tomar mi mano en todo momento; pero resultó imposible al haber uno de ellos en medio de nosotros.
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Blue's Dream
HorrorLa supervivencia exige sacrificios, pero ¿qué ocurre cuando sacrificamos nuestra humanidad? En un mundo post-apocalíptico lleno de peligros y desafíos, Blue, una joven desolada que ha perdido todo, se une a un vulgar y viejo policía llamado Elías en...