Capítulo 38

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Elías

Tomé la camioneta que encontramos en la anterior expedición, solicité la ayuda de Rod y Frederick para esta ocasión, Diego tuvo que venir con nosotros de forma obligatoria, si estaba mintiendo, no tenía otra que darle un castigo, comenzaría a desconfiar de él, tal vez hasta lo mataría para no arriesgarme.

Quería ver el tamaño de la horda, contar el número de personas o animales infectados, si el número es reducido, tal vez podamos encargarnos de ellos con facilidad; pero si no puedo contarlos entonces no habría opción, tendríamos que abandonar la escuela de una vez por todas.

Antes de salir, visité a Blue.

Ella ya estaba estable, necesitaba dormir y por eso no la interrumpí con preguntas tontas. Me dio tristeza verla con tantos moretones en la cara, ella era una chica muy valiente y fuerte, sobrevivió a tantos eventos traumáticos sola que era imposible no reconocerla como una verdadera sobreviviente. Cambió, es diferente a como era antes, se ha vuelto más hábil que cuando la conocí.

No podía dejar de pensar en la amenaza que el nuevo grupo representa para nosotros, no sabía que hacer, todos esperaban una respuesta de mi parte. Lo mejor es escapar, no puedo obligar a jóvenes a que tomen armas y esperar que ganen a un grupo de militares y mercenarios experimentados, eso es imposible, acabarían muertos sin ninguna causa. Laurie nos dijo que existía una posibilidad de negociar, de entablar un acuerdo, pero yo no lo creo. El grupo de Arturo fue exterminado por completo, no tendrán piedad con nosotros ni siquiera por tener niños. Ellos solo vienen a hacer el trabajo sucio, eliminar a todo ser que esté infectado, cualquier piedra que esté en el camino, ellos la romperán.

Actualmente la ciudad se ha vuelto tierra de nadie, aquí no existen los derechos humanos o igualdad, aquí es matar, resistir y sobrevivir. Los niños no lo entienden, son jóvenes, nunca han experimentado una situación de peligro de vida o muerte, antes del apocalipsis nunca tuvieron que hacerlo, es una pena que lo aprendan de esta forma. Sí...es una pena que ellos me consideren su mentor.

Cada cierto tiempo, debíamos detenernos. Las calles estaban bloqueadas por coches, teníamos que bajar de la camioneta y moverlos entre todos para darnos paso. Frederick solía tomar la iniciativa, era la fuerza del grupo, Rod analizaba la situación y le sugería cosas. Al poco tiempo de conocerse, los dos comenzaron a trabajar muy bien juntos, no se llevaban tan bien, el simple hecho de que trabajaran sin quejas ya hacía a este par funcional.

Nos hicimos paso hasta llegar a la carretera este.

Diego sugirió no continuar, la horda estaba a lo lejos, era mejor rodear y verlo desde una altura elevada. Estacioné el coche y bajamos con cautela, salimos de la camioneta para caminar hasta el edificio más cercano. Entramos por la salida de incendios y subimos las escaleras de emergencia hasta llegar a la azotea, eran solo diez pisos.

En la azotea, contemplamos mejor la ciudad.

Un lugar silencioso, repleto de edificios demacrados, como si una guerra hubiera tomado lugar aquí. Parecía la ciudad de Pripyat, un lugar inhóspito, abandonado. La vegetación había conquistado todo en tan poco tiempo, el humo continuaba saliendo de algunos edificios, gritos por doquier de gente infectada y una niebla cruda recortaba nuestra visión.

Blue Bay sin dudas era una ciudad perdida, irrecuperable. Tantas vidas consumidas por una infección maldita, un bello paraíso destruido por una mala reacción del gobierno. Esto se iba a expandir, es probable que los países vecinos tarde o temprano terminen igual. Mientras más tiempo me quedaba observando, comprendía el actuar de este grupo nuevo, ellos quieren evitar que la infección no salga de aquí, si eso sucede, el mundo perecería. No tienen otra opción, nosotros no tenemos otra opción.

Blue's DreamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora