Tercer año

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❐│ Tᴇʀᴄᴇʀ ᴀɴ̃ᴏ
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Los abrazos por parte de los chicos eran cálidos, sabían que contaban con ellos, pero de igual forma, se sentía bien su apoyo.

— ¡Mis homosexuales favoritos han crecido!

Gritó Semi, logrando desatar una carcajada por parte de todos los chicos del club.

El entrenador del Shiratorizawa entró a los vestidores de los chicos, haciendo que todos los chicos guardaran silencio para escuchar lo que estaba por decir.

— ¡Otsukaresama! – exclamaron todos a la vez, haciendo una leve reverencia, prestándole atención al mayor.

— Otsukaresama. – dijo tomando asiento en una de las bancas disponibles dentro del inmenso vestidor del club. — Estoy seguro de que no tenían idea de esto, o tal vez sí, pero es algo difícil de procesar.

— ¿P-Por qué esa seriedad, sensei? Me da escalofríos... – Goshiki tembló, pasando sus manos por sus brazos, dándose calor.

— Déjame terminar Goshiki. – dijo mirándolo, Goshiki asintió parándose de forma recta. — Mañana serán exámenes finales, para pasar de grado, los últimos para los de tercero.

Todos tragaron saliva, en especial los de tercer año.

— ¿A qué me refiero cuando digo que no tenían idea? A los entrenamientos, por ser semana de evaluación los clubes estarán en pausa, después se viene la graduación.

Reon susurró para si mismo, pero audible para los demás.

— Este es nuestro último entrenamiento...

— Así es, para los de tercer año sí.

Todos agacharon la mirada.

— ¿Por qué las caras largas? – El de mayor edad llevó ambas manos tras su nuca. — Si estuviera en sus zapatos, me enorgullecería llegar a la universidad y decir con orgullo que fueron parte de este gran equipo.

Nuevamente, levantaron la cabeza.

Era difícil decirle adiós a todos esos recuerdos junto al equipo, a todos esos partidos, entrenamientos, sonrisas, lágrimas, peleas, reconciliaciones, a su compañerismo.

Pero aún así, Shiratorizawa fue parte de su vida, era una linda marca que se quedaría por el resto de sus vidas grabada en sus mentes y corazones, quizás debían decir adiós, pero no un hasta nunca.

El viejo entrenador de Shiratorizawa se puso de pie, era inusual verlo sonreír de esa manera, pero ahí estaba, mirándolos con orgullo.

— Me enorgullece decir que, tuve el honor de conocer, guiar y forjar a unos excelentes deportistas en esta generación. Mis chicos de tercero, debo agradecerles por compartir con los más chicos su pasión por el voleibol.
Puedo decir que vi en cada uno de ustedes un talento único, y que si pudiese regresar al pasado, los elegiría una y mil veces más, porque son grandes, fuertes, inteligentes, dedicados y perseverantes. Todavía pueden lograr más, todavía pueden ir más allá de lo que sus ojos alcanzan a ver, todavía pueden emprender un vuelo cual águilas son, y final de su trayectoria, decir, "Yo, pertenecí al Shiratorizawa".

Las lágrimas de algunos caían lentamente.

— Guarden esas lágrimas para la graduación, ahora disfruten de su último entrenamiento, todos juntos.

Todos retiraron sus lágrimas con el antebrazo, poniéndose de pie, saliendo de los vestidores, viendo la hermosa vista del gimnasio, para algunos una simple cancha, para ellos, su todo.

...

El entrenamiento terminó, llevándose consigo algunas lágrimas a casa.

— Fue un gran día. – dijo Tendou, saliendo del baño, con el cabello húmedo, dejando salir el vapor, con una toalla amarrada a su cintura, observando como su novio estaba sentado sobre la mesa, escribiendo y leyendo. — ¿Qué haces, Wakatoshi-kun? – preguntó sentándose a su lado, tomando una galleta del plato en el medio de la mesa.

— Estudiando, mañana son los exámenes finales, como dijo Washijō-sensei.

Tendou se acercó más a su novio, con ambas manos cerró el libro que el contrario llevaba en sus manos.

— No necesitamos estudiar, seguro pasaremos.

Ushijima volteó su mirada hacia su novio.

— ¿Seguro...? – preguntó inseguro.

— ¡Vamos, confía en tus conocimientos! Hemos pasado todos estos años con buenas calificaciones, esta no será la excepción.

— Está bien. – sonrió tranquilo, apartando el libro. — ¿Qué quieres hacer?

— ¡Vamos por helado!

No hicieron falta más palabras, Tendou se puso algo de ropa, para después salir junto a su pareja al exterior de la casa, caminando por el campo, hasta llegar a donde estaba el automóvil estacionado.

— Hay un puesto de helados muy cerca de aquí, a pesar de ser un lugar poco transitado.

— Muy bien, entonces en marcha. – respondió el ojimarron, colocando una mano sobre el volante, con la otra detrás del asiento de su novio, para dar reversa y salir de donde estaban estacionados.

— ¡Baby come back, you can blame it all on me! – cantó Tendou con todas sus fuerzas, simulando un micrófono con una botella vacía que estaba en el auto. — ¡I was wrong, and I just can't live without you!

Ushijima subió un poco el volumen del radio, amaba ver esa actitud extrovertida en su novio, una de las tantas razones por las cuales cayó perdidamente enamorado del pelirrojo desde un inicio.

Esa gran buena vibra que desprendía, esa calidez que se sentía al estar rodeado de ese ser de luz, todo en Tendou Satori era maravilloso que le costaba imaginarse el hecho de que por el hecho de brillar más que los demás, quisieron opacarlo.

¿Quién en su sano juicio no amaría a ese tonto pelirrojo?

Era imposible no hacerlo, al menos eso creía Ushijima Wakatoshi.

Con cada día a su lado podía afirmar que su compañero de vida era la persona más interesante de este aburrido mundo, que cada día amaba más.

Comer helados con él antes de una jornada de duros exámenes fue reconfortante, y sobre todo un lindo recuerdo más agregado a la gigantesca lista de estos.

...

 ¿Por qué no puedo ser una chica?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora