CAPITULO 15

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De la dureza de la batalla, y el asombro del rey Lot al divisar al rey Bors

Entonces Lucan vio al rey Agwisance, que casi había matado antes a Moris
de la Roche, y corrió sobre él con una lanza corta y gruesa, y le dio tal caída,
que cayó el caballo a tierra. También halló Lucan a pie a Bellias de Flandes y a
sir Gwinas, dos osados caballeros; y en la furia que le entró mató a dos
caballeros noveles, y los encabalgó otra vez.

Entonces se hizo la batalla más
cruda por ambas partes, aunque Arturo se alegró de que sus caballeros
estuviesen a caballo otra vez; y de tal manera luchaban que el ruido y
estruendo resonaba por el río y el bosque.

Por donde se aprestaron el rey Ban y
el rey Bors, enderezaron sus escudos y arneses, y se mostraron tan valerosos
que muchos enemigos se espantaban y temblaban de ansiedad.

Todo este tiempo Lucan, Gwinas, Brian y Bellias de Flandes, sostenían
fuerte contienda contra seis reyes, los cuales eran el rey Lot, el rey Nentres, el
rey Brandegoris, el rey Idres, el rey Uriens y el rey Agwisance. Y con ayuda
de sir Kay y de sir Griflet, tenían a estos seis reyes en tal estrecho, que apenas
se podían defender. Pero cuando sir Arturo vio que no acabaría la batalla por
ninguna manera, se mostró furioso como un león, dirigiendo su caballo aquí y
allá, a diestra y a siniestra, de manera que no paró hasta que hubo matado a
veinte caballeros. También hirió gravemente al rey Lot en el hombro
haciéndole desamparar el campo, pues sir Kay y sir Griflet hacían con el rey
Arturo grandes hechos de armas.

Entonces Ulfius, Brastias y sir Héctor se encontraron contra el duque
Eustace, y el rey Cradelment, y el rey Clarivaus de Northumberland, y el rey
Carados, y con el Rey de los Cien Caballeros. Se encontraron, pues, estos
caballeros con estos reyes, haciéndoles desamparar el campo. Entonces el rey
Lot hizo gran duelo por sus destrozos y el de sus compañeros, y dijo a los diez
reyes: «A menos que hagáis lo que pienso, seremos muertos y destruidos. Que
vengan conmigo el Rey de los Cien Caballeros, el rey Agwisance, el rey Idres,
y el duque de Cambenet, y nosotros cinco tendremos quince mil hombres de
armas, y nos apartaremos mientras vosotros seis sostenéis la lucha con doce
mil; y cuando veamos que habéis luchado con ellos mucho tiempo, entonces
atacaremos ferozmente; pues nunca les venceremos —dijo el rey Lot—, sino
por este medio» Así que se partieron como habían devisado, y seis reyes se
hicieron fuertes contra Arturo, y sostuvieron batalla largamente.

Entretanto salieron de su emboscada el rey Ban y el rey Bors, con Lionses
y Phariance en la vanguardia; y ambos caballeros se encontraron con el rey
Idres y su compañía, y allí comenzó una gran confusión de quebrar de lanzas y
golpear de espadas, con gran mortandad de hombres y caballos, en la que el rey Idres casi fue desbaratado. Al ver esto Agwisance, el rey, puso a Lionses y
a Phariance a punto de morir; pues el duque de Cambenet acudió con una gran
compañía, por lo que estos dos caballeros se vieron en tan gran peligro de sus
vidas que tuvieron que volverse, aunque siempre se libraban ellos y su
compañía maravillosamente. Cuando el rey Bors vio rechazados a estos
caballeros tomó mucho agravio; entonces acudió con tantos que su compañía
parecía oscura como el índigo.

Cuando el rey Lot divisó al rey Bors, lo reconoció bien, y dijo: «¡Oh,
Jesús, defiéndenos de la muerte y las horribles lesiones! Pues bien veo que
estamos en gran peligro de muerte; pues allá veo un rey, que es uno de los
hombres más dignos, y los mejores caballeros del mundo se inclinan a su
compañía»

—¿Quién es? —dijo el Rey de los Cien Caballeros.

—Es —dijo el rey Lot— el rey Bors de Gaula; me maravilla cómo ha
venido a este país sin enterarnos todos nosotros.

—Ha sido por consejo de Merlín —dijo un caballero.

—En cuanto a mí —dijo el rey Carados—, quiero encontrarme con el rey
Bors; vosotros me rescataréis si es menester.

—Id —dijeron todos—; haremos todo lo que podamos.

Entonces cabalgaron el rey Carados y su hueste a paso sosegado, hasta que
estuvieron a un tiro de arco del rey Bors; entonces ambas batallas dejaron
correr a sus caballos lo más aprisa que podían. Y Bleoberis, que era ahijado
del rey Bors, llevaba el estandarte principal, y era muy buen caballero.

—Ahora veremos —dijo el rey Bors— si estos bretones del norte saben
llevar las armas.

Y se encontró el rey Bors con un caballero, y lo atravesó con una lanza, de
manera que cayó muerto a tierra; sacó después la espada, e hizo maravillosos
hechos de armas, de los que se asombraron ambos bandos.

Y no fallecieron sus caballeros, sino hicieron su parte, y el rey Carados fue
derribado a tierra. En esto vino el Rey de los Cien Caballeros y rescató al rey
Carados por fuerza de armas, pues era este rey muy buen caballero, y muy
joven.

El Rey Arturo y los Caballeros de la
 Mesa Redonda
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