Cómo el rey envió por doña Lyonesse, y cómo hizo pregonar ella un
torneo en su castillo, adonde llegaron muchos caballerosEntonces dijeron sir Gawain y sus hermanos a Arturo: «Señor, si queréis
darnos licencia, iremos en busca de nuestro hermano.»«No, dijo sir Lanzarote, no será menester eso.» Y dijo sir Baudwin de
Bretaña: «Pues por nuestro consejo, el rey debe enviar a doña Lyonesse un
mensajero, y rogarle que venga a la corte con toda la prisa que pueda; y no
dudéis que vendrá; y entonces podrá daros ella el mejor consejo, dónde lo
hallaréis.»—Bien dicho está eso de vuestra parte —dijo el rey.
Y entonces fueron escritas graciosas cartas, y enviado el mensajero, que
fue día y noche hasta el Castillo Peligroso. Y fue mandada llamar la señora,
doña Lyonesse, donde estaba con sir Gringamore su hermano y sir Gareth. Y
cuando entendió el mensaje, mandó al mensajero que volviese al rey Arturo,
que ella iría detrás con toda la buena prisa.Cuando volvió a sir Gringamore y a sir Gareth, les contó todo, cómo el rey
Arturo la había enviado llamar.—Eso es por mí —dijo sir Gareth.
—Pues aconsejadme —dijo doña Lyonesse— qué debo decir, y de qué
manera me debo gobernar.—Mi señora y mi amor —dijo sir Gareth—, os ruego que de ninguna guisa
descubráis dónde estoy. Pero sé bien que mi madre está allí, y todos mis
hermanos; y si toman sobre sí buscarme, sé bien que lo harán. Pero esto,
señora, quiero que digáis y aconsejéis al rey cuando él os interrogue sobre mí.Le podéis decir, que vuestro consejo es que, si place a su buena gracia,
mandaréis hacer un pregón para la fiesta de la Asunción de Nuestra Señora:
que el caballero que allí pruebe ser el mejor os tendrá a vos y toda vuestra
tierra. Y si por ventura es casado, el que gane el galardón, su mujer tendrá el
grado y un aro de oro engastado con piedras de virtud, del valor de mil libras,
y un gerifalte blanco.Partió, pues, doña Lyonesse y vino al rey Arturo, donde fue noblemente
recibida, y largamente interrogada por el rey y la Reina de Orkney. Y ella
respondió que no podía decir dónde estaba sir Gareth. Pero esto dijo a Arturo:
—Señor, quiero hacer pregonar un torneo, que se hará delante de mi
castillo, en la Asunción de Nuestra Señora, y éste será el pregón: que vos, mi
señor Arturo, estaréis allí, y vuestros caballeros, y yo proveeré que todos mis
caballeros vayan contra los vuestros; y entonces soy cierta que oiréis de sir
Gareth.—Eso está bien aconsejado —dijo el rey Arturo.
Y con esto partió ella. Y el rey y ella hicieron gran providencia para ese
torneo.Cuando doña Lyonesse llegó a la Isla de Avilion, que era la misma isla
donde su hermano sir Gringamore moraba, entonces les contó todo, cómo
había hecho, y qué promesa había hecho al rey Arturo.—¡Ay! —dijo sir Gareth—, he sido tan desventuradamente herido desde
que vine a este castillo que no podré hacer en este torneo como un caballero;
pues no he estado sano del todo desde que fui herido.—Sed de buen ánimo —dijo la doncella Lynet—, pues yo veré en estos
quince días de poneros sano, y tan lozano como habéis sido siempre.Y entonces le puso un ungüento y bálsamo como le plació a ella, de
manera que nunca fue tan fresco y lozano.
Entonces dijo la doncella Lynet: «Enviad mandado a sir Persant de la
India, y emplazadlo para que él y sus caballeros estén aquí con vos como han
prometido. También, enviad mandado a sir Ironside, que es el Caballero
Bermejo de las Landas Bermejas, y dadle cargo de estar presto con vos con la
totalidad de sus caballeros, y entonces podréis enfrentaros con el rey Arturo y
sus caballeros.»Así fue hecho esto, y fueron llamados todos los caballeros al Castillo
Peligroso; y entonces respondió el Caballero Bermejo, y dijo a doña Lyonesse,
y a sir Gareth:
—Señora, y mi señor Gareth, sabed que he estado en la corte del rey
Arturo, y también sir Persant de la India y sus hermanos, y allí hemos hecho
nuestro homenaje como nos habéis mandado. También —dijo sir Ironside—,
he tomado sobre mí, con sir Persant de la India y sus hermanos, ir contra mi
señor sir Lanzarote y los caballeros de esa corte. Y esto he hecho por amor a
mi señora doña Lyonesse, y a vos mi señor Gareth.—Eso está bien dicho —dijo sir Persant—, y honrosamente.
Y se hizo el pregón en Inglaterra, Gales y Escocia, Irlanda, Cornualles y en
todas las Islas Lejanas, y en Bretaña y en muchos países, que en la siguiente
fiesta de la Asunción de Nuestra Señora había que acudir al Castillo Peligroso,
cercano a la Isla de Avilion; y que todos los caballeros que allí viniesen debían
escoger si deseaban estar de una parte, con los caballeros del castillo, o de la
otra parte con el rey Arturo. Y faltaban dos meses para el día en que debía ser
el torneo.Y acudieron muchos buenos caballeros que eran libres de venir, y se tenían
en su mayor parte contra el rey Arturo y sus caballeros de la Tabla Redonda, y
se pusieron del lado de los del castillo. El primero fue sir Epinogrus, que era
hijo del Rey de Northumberland; y otro fue sir Palomides el Sarraceno, y sir
Safer su hermano, y sir Segwarides su hermano, aunque ambos estaban
bautizados; y sir Malgrin fue otro, y sir Brian de les Isles, noble caballero, y
sir Grumor Grummorson, buen caballero de Escocia, y sir Carados de la Torre
Dolorosa, noble caballero, y sir Turquin su hermano, y sir Arnold y sir Gauter,
dos hermanos, buenos caballeros de Cornualles. Allí vino sir Tristán de Lionís,
y con él sir Dinadan el Senescal, y sir Sadok; pero este sir Tristán no era en
aquella sazón caballero de la Tabla Redonda, aunque era uno de los mejores
caballeros del mundo.Y todos estos nobles caballeros acompañaron a los de la dama del castillo,
y al Caballero Bermejo de las Landas Bermejas; en cuanto a sir Gareth, no
quiso sobre sí más que otros caballeros menores.
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El Rey Arturo y los Caballeros de la Mesa Redonda
RandomUna aventura épica con dos frentes: lo sobrenatural y nuestra propia humanidad. Durante los tiempos inciertos de la Guerra de las Dos Rosas, un caballero de vida azarosa, sir Thomas Malory, escribió desde la cárcel una refundición del vasto ciclo ar...