CAPITULO 9

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De la primera guerra que el rey Arturo tuvo, y cómo ganó el campo

Entonces salió el rey Arturo de su torre, llevando bajo su vestido una cota
de doble malla; con él iban el arzobispo de Canterbury, sir Baudwin de
Bretaña y sir Kay, y sir Brastias; éstos eran los hombres de más honor que
estaban con él. Y cuando se encontraron no hubo mansedumbre, sino fuertes
palabras por ambas partes; pero no dejó el rey Arturo de responderles, y dijo
que les haría inclinarse si vivía él. Así que se partieron airados; y el rey Arturo
les aconsejó que se guardasen bien, y lo mismo aconsejaron ellos al rey. Así
pues, volvió el rey a la torre, y se armó él y todos sus caballeros.

—¿Qué haréis? —dijo Merlín a los reyes—. Mejor será que renunciéis,
pues no venceréis así fueseis diez veces más.

—¿Seríamos bien avisados de temer a un interpretador de sueños? —dijo
el rey Lot.

En esto desapareció Merlín, fue al rey Arturo, y le aconsejó que fuese
sobre ellos fieramente. Y entre tanto, hubo de los reyes trescientos buenos
hombres, de los mejores, que se pasaron derechamente al rey Arturo, lo cual
animó mucho a éste.

—Señor —dijo Merlín a Arturo—, no luchéis con la espada que habéis tenido por milagro, hasta que veáis que vais a lo peor; sacadla entonces. Y
haced lo que podáis.

Así que Arturo les atacó al punto en sus aposentamientos. Y sir Baudwin,
sir Kay y sir Brastias mataban a diestra y a siniestra que era maravilla; y el rey
Arturo, a caballo, no paraba de herir con una espada, y hacer maravillosos
hechos de armas, de manera que muchos de los reyes tenían gran contento de
sus hechos y osadía. Entonces irrumpió el rey Lot por detrás, así como el Rey
de los Cien Caballeros y el rey Carados, y atacaron fieramente a Arturo por
detrás. En esto se volvió sir Arturo con sus caballeros, hiriendo adelante y
atrás, y manteniéndose siempre sir Arturo en la delantera de la lucha, hasta
que su caballo fue muerto debajo de él. Seguidamente el rey Lot derribó de un
golpe al rey Arturo. En esto lo rescataron sus cuatro caballeros y lo pusieron a
caballo. Entonces sacó su espada Excalibur; pero era tan resplandeciente a los
ojos de sus enemigos que despedía la lumbre de treinta antorchas. Así los hizo
retroceder, y mató a muchos. Entonces los comunes de Caerleon se alzaron
con palos y estacas y mataron a muchos caballeros; pero todos los reyes se
tuvieron juntos con los caballeros que les quedaban vivos, y huyeron y
partieron. Y fue Merlín a Arturo, y le aconsejó que no los persiguiese más.

El Rey Arturo y los Caballeros de la
 Mesa Redonda
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