CAPÍTULO 27

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Cómo el rey Arturo fue al torneo con sus caballeros, y cómo la dama le
recibió dignamente, y cómo se encontraron los caballeros

Y entonces vinieron con el rey Arturo sir Gawain, y sus hermanos
Agravain y Gaheris. Y también sus sobrinos sir Uwain le Blanchemains, y sir
Agloval, sir Tor, sir Perceval de Gales, y sir Lamorak de Gales.

Y vino sir Lanzarote del Lago con sus hermanos, sobrinos y primos, como
sir Lionel, sir Héctor de Maris, sir Bors de Ganis, y sir Galihodin, sir Galihud,
y muchos más de la sangre de sir Lanzarote, y sir Dinadan, sir La Cote Male
Tailé, su hermano, buen caballero, y sir Sagramore, buen caballero; y toda la
mayor parte de la Tabla Redonda.

También vinieron con el rey Arturo estos caballeros: el Rey de Irlanda, rey
Agwisance, y el Rey de Escocia, rey Carados, y el rey Uriens de la tierra de
Gore, y el rey Bagdemagus, y su hijo sir Meliagaunt, y sir Galahaut el noble
príncipe. Todos estos reyes, príncipes, y condes, barones, y otros nobles
caballeros, como sir Brandiles, sir Uwain les Avoutres, y sir Kay, sir Bedevere,
sir Meliot de Logres, sir Petipace de Winchelsea, sir Godelake; todos éstos
vinieron con el rey Arturo, y más que no es posible enumerar.

Dejamos ahora a todos estos reyes y caballeros, y hablamos del gran
movimiento que había dentro del castillo y alrededor de él por ambas partes.
Pues esta dama, doña Lyonesse, ordenó gran aparejo por su parte para sus
nobles caballeros, pues llegaron todas maneras de aposentamiento y vituallas
por tierra y por agua, de manera que de nada carecía su bando, ni el otro; sino
había sobra de cuanto se podía tener por oro y plata para el rey Arturo y sus
caballeros. Y vinieron entonces los aposentadores del rey Arturo para
aposentarle, y a sus caballeros, duques, condes, barones y caballeros.

Entonces sir Gareth rogó a doña Lyonesse y al Caballero Bermejo de las
Landas Bermejas, y a sir Persant y sus hermanos, y a sir Gringamore, que de
ninguna guisa dijesen su nombre, ni hiciesen más cuenta de él que del postrer
caballero que allí estaba, «pues —dijo— no quiero ser conocido ni más ni
menos, ni al principio ni al fin».

Entonces dijo doña Lyonesse a sir Gareth: «Señor, os prestaré un anillo;
pero os ruego, como me amáis de corazón, que me lo devolváis cuando haya acabado el torneo, pues ese anillo acrecienta mi belleza mucho más de lo que
es la mía. Y ésta es la virtud de mi anillo: lo que es verde se tornará bermejo, y
lo que es bermejo tomará semejanza de verde, y lo que es azul tomará
semejanza de blanco, y lo que es blanco tomará semejanza de azul, y lo mismo
hará con todas maneras de colores. También, el que lleve mi anillo no perderá
sangre; y por gran amor quiero daros este anillo.»

—Muchas gracias —dijo Gareth—, mi señora, pues este anillo es muy
conveniente para mí, pues cambiará toda la semejanza en que estoy, y eso hará
que no sea conocido.

Entonces sir Gringamore dio a sir Gareth un corcel bayo que era muy buen
caballo; también le dio buena armadura, y segura, y una noble espada que en
otro tiempo ganó el padre de sir Gringamore a un tirano pagano. Y cada
caballero se apercibió así para el torneo.
Y el rey Arturo había llegado dos días antes de La Asunción de Nuestra
Señora. Y allí hubo todas maneras de realeza y juglaría que podían hallarse.
También vinieron la reina Ginebra y la Reina de Orkney, madre de sir
Gareth. Y el día de la Asunción, acabada la misa y los maitines, se mandó a
los heraldos que tocasen con trompetas llamada al campo.

Y salió sir Epinogrus, hijo del Rey de Northumberland, del castillo, se
encontró con él sir Sagramore le Desirous, y uno y otro quebraron sus lanzas
hasta sus manos. Y entonces vino sir Palomides del castillo, se encontró sir
Gawain con él, y uno y otro se dieron tan de recio que los dos buenos
caballeros y sus caballos cayeron a tierra. Entonces los caballeros de una y
otra parte rescataron a sus caballeros. Y salieron sir Safer y sir Segwarides,
hermanos de sir Palomides; y sir Agravain se encontró con sir Safer, y sir
Gaheris con sir Segwarides. Y sir Safer derribó a Agravain, hermano de sir
Gawain; y sir Segwarides, hermano de sir Safer. Y sir Malgrin, caballero del
castillo, se encontró con sir Uwain le Blanchemains, y allí sir Uwain dio a sir
Malgrin tal caída que casi le quebró el cuello.

El Rey Arturo y los Caballeros de la
 Mesa Redonda
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