CAPITULO 12

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Cómo once reyes juntaron una gran hueste contra el rey Arturo

Y en breve espacio llegaron los tres reyes al castillo de Bedegraine, donde
hallaron muy gentil compañía, y bien aparejada, de lo que tuvieron gran
alegría; y no les faltó vitualla ninguna.

Ésta era la causa de la hueste del norte: había sido levantada por el
despecho y reproche que los seis reyes habían recibido en Caerleon. Y estos
seis reyes, por sus medios, consiguieron tener con ellos a otros cinco reyes; y
comenzaron a juntar a su gente, y ahora juraron que ni por ventura ni por
desventura se dejarían unos a otros, hasta que hubiesen destruido a Arturo. A
continuación hicieron otro juramento. El primero en empezar fue el duque de
Cambenet, quien juró que traería con él cinco mil hombres de armas, los
cuales estaban prestos a caballo. Después juró el rey Brandegoris de Strangore
que traería cinco mil hombres de armas a caballo. Después juró el rey
Clarivaus de Northumberland que traería tres mil hombres de armas. Después
juró el Rey de los Cien Caballeros, que era muy buen hombre de armas, y
joven, que traería cuatro mil hombres de armas a caballo. Después juró el rey
Lot, muy buen caballero, y padre de sir Gawain, que traería cinco mil hombres de armas a caballo. También juró el rey Uriens, que era padre de sir Uwain, de
la tierra de Gore, que traería seis mil hombres de armas a caballo. También
juró el rey Idres de Cornualles, que traería cinco mil hombres de armas a
caballo. También juró el rey Cradelment traer cinco mil hombres a caballo.

También juró el rey Agwisance de Irlanda traer cinco mil hombres de armas a
caballo. También juró el rey Nentres traer cinco mil hombres de armas a
caballo. También juró el rey Carados traer cinco mil hombres de armas a
caballo. De manera que su hueste entera era de puros hombres de armas:
cincuenta mil a caballo; y a pie, diez mil buenos hombres. Pronto estuvieron
prestos, montaron a caballo, y enviaron a su avanzada; pues estos once reyes,
en su marcha, pusieron cerco al castillo de Bedegraine; y luego partieron, y se
encaminaron hacia Arturo, dejando unos pocos que continuasen en el cerco,
pues el castillo de Bedegraine pertenecía al rey Arturo, y los hombres que
estaban en él eran de Arturo.

El Rey Arturo y los Caballeros de la
 Mesa Redonda
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