Cómo llegó sir Gareth a un castillo donde fue bien aposentado, y justó con
un caballero y lo matóEntonces sir Gareth cabalgó hasta la barbacana del castillo, y rogó al
portero gentilmente que le dejase entrar en el castillo.El portero respondió descortésmente, y dijo: «No tendrás aposentamiento
aquí.»—Gentil señor, no digáis así, pues soy un caballero del rey Arturo; y ruego
al señor o señora de este castillo que me dé albergue por el amor del rey
Arturo.Entonces fue el portero a la duquesa, y le dijo cómo estaba allí uno de los
caballeros del rey Arturo que quería albergue.—Déjale entrar —dijo la duquesa—, pues quiero ver a ese caballero, y por
el rey Arturo no quedará desamparado.Entonces subió ella a una torre encima de la puerta, con una gran antorcha.
Cuando sir Gareth vio aquella antorcha dijo en voz alta:—Seas señor o señora, gigante o campeón es lo mismo para mí con tal que
pueda tener albergue esta noche; y si debo luchar de necesidad, no me
excuséis mañana cuando haya descansado, pues yo y mi caballo estamos fatigados.—Señor caballero —dijo la dama—, caballeresca y osadamente hablas;
pero sabe bien que el señor de este castillo no ama al rey Arturo, ni a ninguno
de su corte, pues mi señor ha estado siempre contra él; y por ende sería mejor
que no entrases en este castillo; pues si entras esta noche, debes hacerlo con
esta condición: que allá donde te encuentre mi señor, sea calle o sendero,
habrás de rendirte a él como prisionero.—Señora —dijo sir Gareth—, ¿quién es vuestro señor, y cuál es su
nombre?—Señor, mi señor es el Duque de la Rowse.
—Pues bien, señora —dijo sir Gareth—, os prometo que en cualquier lugar
que encuentre a vuestro señor me otorgaré a él y a su buena gracia, con lo que
entiendo que no me hará daño ninguno; y si entiendo que me lo quiere hacer,
yo me libraré, si puedo, con mi lanza y mi espada.—Decís bien —dijo la duquesa.
Entonces mandó ella bajar el puente, entró sir Gareth en la sala, se apeó
allí, y fue llevado su caballo al establo; y se desarmó él en la sala, y dijo:«Señora, no quiero salir de esta sala esta noche; y cuando sea día claro, quien
quiera verse conmigo me hallará presto.»
Entonces fue sentado a cenar, y tuvo muchas buenas viandas. Y como sir
Gareth tenía mucha hambre, comió su comida caballerescamente, y con mucha
gana; y había muchas damas hermosas junto a él, y algunas dijeron que nunca
habían visto a un hombre tan apuesto ni que comiese tan bien. Entonces ellas
le hicieron muy buena muestra, y a poco de cenar le fue hecha allí su cama, y
descansó toda la noche.Y por la mañana oyó misa, quebró su ayuno, y se despidió de la duquesa, y
de todos; y le agradeció graciosamente su aposentamiento, y su buena acogida;
y entonces le preguntó ella su nombre.—Señora —dijo él—, en verdad mi nombre es Gareth de Orkney, y
algunos me llaman Beaumains.
Entonces supo ella bien que era el mismo caballero que había luchado por
doña Lyonesse.Y partió sir Gareth y cabalgó por una montaña, y allí topó con un caballero
llamado sir Bendelaine, el cual dijo a sir Gareth: «No pasarás por este camino;
pues justarás conmigo, o serás mi prisionero.»—Entonces justaré —dijo sir Gareth.
Y dejaron correr sus caballos, y sir Gareth le atravesó el cuerpo. Y siguió cabalgando sir Bendelaine hasta su castillo, que estaba cerca, y allí murió. Y
sir Gareth tuvo deseos de descansar, y fue cabalgando al castillo de
Bendelaine.Y sus caballeros y criados vieron que era el que había matado a su señor.
Entonces armaron a veinte buenos hombres, salieron éstos y atacaron a sir
Gareth; y no tenía él ninguna lanza, sino su espada, y se puso delante el
escudo; y allí quebraron sus lanzas sobre él, y le asaltaron con mucha saña.Pero sir Gareth se defendía como un caballero.
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El Rey Arturo y los Caballeros de la Mesa Redonda
RandomUna aventura épica con dos frentes: lo sobrenatural y nuestra propia humanidad. Durante los tiempos inciertos de la Guerra de las Dos Rosas, un caballero de vida azarosa, sir Thomas Malory, escribió desde la cárcel una refundición del vasto ciclo ar...