12| La pirámide

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Lunes 21 de Febrero 

Damián

—Hope...

— ¿Qué? —preguntó Becca desde el sofá a mi costado.

La miré cansado.

—No, nada.

— ¿Has logrado dormir algo?

Me recosté sobre mis codos, reincorporándome del sofá largo en el que me había quedado dormido sin darme cuenta.

—En este departamento no se conoce lo que es dormir —traté de bromear pero un sentimiento de melancolía tomó posesión de mí.

— ¿Estas bien?

—Físicamente, si, emocionalmente, estoy hecho mierda.

—Damián —soltó preocupada.

—Estoy bien —forcé una sonrisa —No te preocupes por mí.

—Si dices que no me preocupe es porque tengo que preocuparme.

—Las mujeres son tan complicadas —traté de reír pero no pude hacerlo, no después de que un recuerdo de Dulce y su carácter terco llegara a mi mente.

Aquella noche en el centro comercial, cuando por casi me golpea con el salmón, dios, creí que no sobreviviría... a su ternura.

—Los hombres son unos idiotas —soltó con una sonrisa tranquila.

—Ya pero es que ustedes nos ponen nerviosos aunque no parezca, por cierto ¿Adán te confirmó que estará hoy en la reunión privada?

—Sip, dijo que irá porque es algo del trabajo y no porque se trate de nosotros.

—Bueno, me alegro que lo haya confirmado, aprovecharé que tenemos que recogerlo para ver al hijo de Lucas.

—Hablas de Jamoncito —comprendió sonriente a lo que asentí calmado —Esta cada día más grande, le dije a Adán que debe alimentarlo correctamente pero lo consiente mucho, apuesto que para fin de año va a estar como bolita para colgar al árbol.

No pude evitar reír por tal pensamiento.

—Entonces en vez de crecer para arriba lo está haciendo para los costados.

—Exactamente pero bueno, es su hijo, adán debe ser responsable, sabe lo que hace, ojala y para navidad Lucas pueda...

—Para navidad estaremos todos juntos, de nuevo.

—No asegures algo que no puede ser cierto, no todo está en tus manos.

—Pues lo que esté en mis manos, lo haré. Quiero que regresen...

—Bien...—Becca se levantó del sofá y comenzó a colocarse sus zapatillas —Debería ir a casa con mamá para cambiarme e ir a la reunión.

—Será en dos horas —avisé mirando mi reloj en mi muñeca —A las cuatro de la tarde.

—Vale entonces me iré si me confirmas que estarás bien.

—No es como si me fuera a matar —sonreí pero su mirada preocupada me hizo mirarla confundido — ¡Oye! He perdido a un miembro de mi familia, no a toda, no hay motivo para rendirse, no me mires como si me fuera a tirar de un puente, aún tengo muchas cosas que hacer...al menos no planeo irme sin verla una última vez.

—Pensar que solo vives para disculparte con Dulce, me empieza a enfermar... —hizo una mueca de asco haciéndome sonreír —Pero sé que es porque la quieres, después de todo, así queremos nosotros, nos queremos por completo o no lo hacemos en absoluto.

Prohibido Odiar a Dulce ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora