24| Prioridades

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MARATÓN 1/3 

19 de marzo, 7:09pm

Brooklyn

Dolía, me dolía el alma.

Cuando creí que todo cambiaria, cuando me dije que era tiempo de tomar las mejores decisiones para nosotros, incluso para mi bebé, todo se había desmoronado sin siquiera haberlo intentado.

No volvería a ver al amor de mi vida, de eso estaba segura y dolía tanto que no podría odiarlo en su lugar solo me sentía tan decepcionada.

Lo había esperado con absolutamente todo. Había tenido paciencia, estaba dispuesta a aceptar sus demonios y lo hice, espere a que el confiara en mí, esperé a que el cambiara ni siquiera por mí, sino por él y su hija.

Pero no sucedió.

Y así como era difícil para él, también lo era para mí, vivir entre las sombras de su dolor, sentirme insuficiente por su trato, porque al final Sam solo me utilizaba para sentirse bien consigo mismo, era su lugar seguro cuando le convenía...solo cuando le interesaba.

Maldición.

Comencé a llorar en el silencio y oscuridad que reflejaba la habitación en la que había sido dejada por los hombres que me habían secuestrado.

Permanecí con ese sentimiento de querer morirme por varios minutos. Esto sería una verdadera tortura porque aunque Sam solo me utilizara, yo realmente lo amaba, realmente quería que todo funcionase.

Quería que formáramos una linda familia y seamos felices pero eso estaba muy lejos de mi realidad. Él jamás abandonaría sus demonios y yo jamás dejaría de amarlo aun si me lastimaba.

—Lo haré por ti...—susurré mientras abrazaba mi vientre con lágrimas en los ojos —A partir de ahora, todo cambiará, todo lo haré pensando en ti...—tragué fuerte —Y si lo mejor para ti es vivir lejos del peligro que conlleva estar con tu papá, lo haremos, nos alejaremos para que nadie ni nada te pueda lastimar, aun si se me parta el corazón por hacerlo, protegeré el tuyo con mi vida, esa es mi decisión.

Esa era mi prioridad ahora.

Sam había tomado su decisión, continuando con su venganza dejándonos de lado aun sabiendo el riesgo que implicaba todo lo que haría. Ahora era mi turno de tomar mis prioridades por encima de él.

Mi hija, mi niña, jamás la lastimarían, no mientras yo siga respirando.

—Todo cambiará a partir de ahora.

Entonces, cuando creí que nada sucedería el ruido de unas llaves sonando por fuera me hizo levantar del suelo. Aun ciega por la oscuridad me levanté y comencé a tocar las paredes.

— ¿Hay alguien ahí? —pregunté tratando de encontrar la puerta.

— ¿Brooklyn? —esa voz.

—Oh, dios mío...—solté sorprendida — ¿Dulce? ¿Eres tú?

—Sí, sí, si...—respondió emocionada — ¿Estás bien?

—No del todo, en realidad, no veo nada.

— ¿Nada? ¿Está oscuro dentro?

—Si...—grité de regreso.

—Oh, maldición, de verdad que son unos bastardos —clamó más para sí misma —No puedo entrar pero espérame aquí, haré que te cambien de habitación.

—Espera...—grité asustada, su voz ahora era todo lo que me tranquilizaba — ¿Dónde estamos? ¿Estás bien tú? ¿Cómo es que estas ahí afuera?

Prohibido Odiar a Dulce ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora