27 de marzo
Damián
— ¿Y Sam? —pregunté mientras entraba en la oficina.
Rafael se encogió de hombros con su mirada fija en su laptop.
— ¿No vino hoy tampoco? —pregunté de nuevo.
—No, la respuesta sigue siendo la misma desde hace una semana —suspiró —No vino y si te sientes preocupado por él, deberías ir a visitarlo a su casa.
—Me botaría de una patada...—susurré casi inaudible.
Rafael no respondió, parecía tan ocupado que no me atreví a molestarlo de nuevo así que me senté unas dos sillas después, a su lado derecho y comencé a sacar los fólderes que había enviado Adán quien al principio dijo que se tardaría más de lo esperado en reclutar la información.
Pero ahora, por arte de magia, decidió quedarse a seguir investigando por su cuenta, fuera de la ciudad, simplemente mandó la información y se quedó. Extrañamente sospechoso.
—Debería ir a visitarlo...—susurré más para mí que para Rafael.
No debía estar pasándola bien, después de todo, su plan B había fracasado en todo sentido.
Creo que en el fondo, sabia que pasaría lo mismo con él, como lo pasó conmigo, los objetos a localizar deben estar a un nivel sobre el mar considerable, sino no serian capaces de cumplir su función. Lo que me llevaba a una única conclusión.
Ellos estaban debajo de la tierra, quizá túneles, o quizá un terreno subterráneo, lo que los hacia aun mas inalcanzables pero incluso para esto, yo ya tenia mis suposiciones, me había resignado hace mucho con el uso del collar que le había regalado a Dulce en aquel momento.
Ahora Sam tenia que hacer lo mismo con su anillo.
Hoy se cumplía una semana después de aquello. No había resultados ni siquiera una amenaza por parte de esos hombres. Lo cual era frustrante.
—Bien, me voy...—solté decidido, poniéndome de pie.
—Está bien, ve con cuidado...—se despidió alzando la mano.
Asentí mientras salía de su despacho.
Rumbo a la casa de Sam me puse a pensar en todo lo que sucedió aquel día, tratando de analizar hasta el mínimo detalle que se nos pudo escapar.
"— ¿Estás loco? —pregunté bajando de su auto.
Sam no dijo nada lo que me alteró aún más.
—Ni siquiera trajimos armas ¿Cómo quieres defenderte? —Solté alterado —No tenemos un plan, no tenemos nada.
—Habla por ti, imbécil...—respondió mientras abría la cajuela de su auto.
Cuando lo seguí para ver de qué se trataba, esperando no ver bombas, lo que vi me dejó mucho más tranquilo. Había bolsas negras repletas de armas de todo tipo. El tipo venia preparado.
—Puedes tomar una...—propuso tirándome una mirada fugaz —O si quieres puedes seguir con tu arma de juguete que siempre traes en tu trasero.
—No va literalmente en mi trasero — me quejé — ¿Acaso quieres que te enseñe?
—No, gracias —me dio la espalda cargando su pistola —Él único trasero que quiero ver está muy lejos de este lugar.
—Eso sonó terrible...—respondí copiando su acción, cargando una G18.
—Lo fue...—admitió —Pero es la verdad.
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Prohibido Odiar a Dulce ©
Ficção AdolescenteSaga: Prohibido Libro 3 Una vida llena de mentiras, engaño y dolor. Esa fue la vida de Dulce, al menos por un tiempo, hasta que llegó Damon, el chico que hizo de tormenta en su vida poniendo su mundo de cabeza, llevándose todo incluyendo su corazón...