28| El video

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27 de marzo

Damián

— ¿Puedes ir más rápido? —soltó impaciente.

Lo miré con comprensión pero no pude decir ni hacer más.

No podía decir "No, no puedo, ya vamos a toda la velocidad posible", no podía hacer nada más que quedarme callado, ya que en esta situación cualquier palabra mal dicha, destruiría el poco de ánimo que había levantado en Samuel.

Así que en silencio, manejé y manejé por los siguientes minutos.

Cuando finalmente llegamos, Samuel no dudó en salir del auto a paso apresurado. Detrás de él caminé callado, miré el cielo rápidamente el cual amenazaba con llover y no dejar de hacerlo hasta la mañana siguiente.

Mi madre solía decir que cuando el cielo llovía era porque estaba llorando, llorando por todo el sufrimiento de sus hijos en la tierra, sin embargo, siempre se me quedaba una duda ¿Quién sufría a ahora?

—Llegaron...—exclamó Arthur parado frente a mi padre.

Rafael también volteó para vernos llegar.

— ¿Adán? —pregunté extraño.

Creí que con todo esto, lo haría regresar pero al parecer no fue así. Mierda, justo ahora no pensaba ni en la lógica de las cosas, estaba tan nervioso que no pensé en que Adán no podría estar aquí, después de todo, de Seattle hasta Red Desert le tomaría llegar más de cinco horas.

—Aquí...—era su voz pero no era él.

Al menos no hasta que Rafael volteó por completo mostrándome la pantalla de la tableta que llevaba encima, me la estiró y pude ver el rostro de mi hermanito, estaba en video llamada.

—No tan cerca —gritó —No quiero ver tu cara.

—También me alegra verte...—sonreí por un corto segundo —Ya que no contestas mis llamadas.

—Mi celular estaba baja batería.

— ¿1 semana? —pregunté sarcástico.

—Me olvidé el cargador, que te puedo decir —se encogió de hombros.

— ¿Sabes porque estamos aquí?

—No, yo estoy aquí...—bufó —Ni idea de lo que estén haciendo ustedes.

—Adán...—repetí llamando su atención.

Él dejó de tomar de su taza para mirarme con seriedad.

—Es sobre mi hermana ¿Verdad?

—Lo es, al menos, es muy probable.

— ¿Será algo tan malo? No lo creo, ella es fuerte, de seguro llaman para regresármela por haberle roto el cuello a diez hombres.

—No me sorprendería...—traté de reír pero no pude soltar más que una sencilla risa —Esperemos que sea eso.

—Mierda ¿Ya lo pondrán? —gritó Samuel claramente estresado.

— ¿Y a ese quien invitó? —Susurró Adán, luego de un segundo pareció comprender la situación —Bueno, lo dejaré pasar.

Samuel al oír eso, le dirigió una rápida y feroz mirada. La bestia no estaría tranquila por más tiempo.

—Ponla —autorizó Arthur.

Rafael asintió callado, luego la cinta o más bien, el disco comenzó a reproducirse.

Todos alrededor del televisor, nos moríamos de desesperación mientras la grabación comenzaba a cargar. Para captar más a detalle, todos nos paramos junto y frente a la gran pantalla.

Prohibido Odiar a Dulce ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora