Damián
12 de junio
Mudos.
Nos habíamos quedado simplemente sin palabras.
Llevábamos cinco minutos, sentados en el sofá que se encontraba al lado de su cama, en completo silencio, con las manos sobre nuestras piernas, mirando a todos lados menos a ese rubio que nos miraba con los ojos chinos.
—Esto es un milagro. —el doctor cortó la tensión del momento, terminando de revisar a su paciente. —Lucas estas en perfecto estado, claro que deberás recibir rehabilitación para poder activar todos los músculos de tu cuerpo por cierto periodo pero fuera de eso, tu cerebro reacciona de una manera asombrosa y sobre todo positiva, además no perdiste ningún recuerdo, eso me alegra aún más.
—Entonces estoy bien.
—Sí, ahora solo necesitas descansar. —nos miró a nosotros. —Ustedes deberían...
—Quiero hablar un momento con ellos.
—Está bien, en tal caso, me retiro. —se despidió desde la puerta. —Suerte con su pronta recuperación.
Y con esas palabras, el medico salió de la habitación, dejando un silencio incomodo que duró otros cinco minutos en los que nadie dijo nada.
— ¿Y que están esperando para hablar, idiotas? —soltó de repente.
¿Nos estaba hablando?
Sí, claro que lo hacía.
Incluso antes con el médico.
Entonces era real, mierda.
Ver como Adán abría los ojos de sombro al oír a su amigo dirigirse hacia él, me dio a entender que el al igual que yo, creía que era una ilusión nuestra el verlo despierto, pero no fue así. Lucas había despertado.
—Bueno, creo que yo debería irme.
Dorian desde el otro lado, frente a nosotros se puso de pie y se despidió con la mano.
—Fue un gusto, Dorian. —se despidió de igual forma Lucas con una sonrisa, la cual fue recíproca.
—Sí, lamento haberte despertado de tu hibernación, Lucas.
—Bueno para la otra no te entrometas mucho porque podrías salir golpeado.
Dorian lo vio con asombro debido a su amenaza pero fue cuestión de segundos para que le terminara respondiendo con una corta risa y un hasta pronto.
Cuando oí que la puerta se cerró al fin, me abalance sobre Lucas.
—Despertaste, maldito dormilón. —grité a lo que él respondió sonriente.
—No fue voluntario, imbécil.
—Aún si no lo fue. —agaché la cabeza para que no viera mi rostro mientras lo sacudía. —Te tardaste demasiado en volver, Lucas.
—Ya, ya, eres un imbécil llorón. —palmeó mi cabeza una y otra vez a lo que terminé retrocediendo sin mirarlo.
—Eres un tonto.
—Sí, bueno, creo que este tonto no siente las piernas. —comenzó a moverse en la cama de manera exagerada.
Eso era algo de esperar, su cuerpo había permanecido dormido por mucho tiempo. Me sorprende incluso que pueda hablar con fluidez y el hecho de que no nos había olvidado. Eso era realmente un alivio.
—No seas bruto y deja de moverte. —le pidió Adán desde el sofá, manteniendo una postura tranquila aunque sin dejar caer sus brazos cruzados, desviando siempre la mirada.
ESTÁS LEYENDO
Prohibido Odiar a Dulce ©
Novela JuvenilSaga: Prohibido Libro 3 Una vida llena de mentiras, engaño y dolor. Esa fue la vida de Dulce, al menos por un tiempo, hasta que llegó Damon, el chico que hizo de tormenta en su vida poniendo su mundo de cabeza, llevándose todo incluyendo su corazón...