22| Op. Media naranja

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Sábado 19 de marzo 

Damián

—Entonces, les mentiste a mi hija...

Frente a él, no pude hacer más que sentirme culpable. Era cuestión de tiempo que recordara, que lo supiera todo, aunque por un momento creí que Arthur me había olvidado por completo así como lo hizo ella. Al parecer no fue así, solo le tomó un poco de tiempo confirmar sus sospechas.

—Lo hice —admití mirando sus ojos color caramelo, mierda, todo de él me recordaba a su hija — Pero lo hice para protegerla.

—Una mentira no deja de serlo aun si su propósito es para bien...—dejó salir un suspiro mientras miraba los documentos que tenía en su mano, sobre su escritorio —Le mentiste a la persona que dices amar.

—No sabe cuánto me arrepiento de no haberle contado toda mi verdad a Dulce, quizá así ella...

— ¿Dejaría de pensar en Damon?

—No me odiaría...—terminé mirándolo con confusión.

¿Damon? ¿Qué tenía que ver Damon?

—Pensé que tu miedo de estar con mi hija era que te confundiera con él.

—No, no lo fue...—suspiré cansado —Al menos ese no fue mi miedo hasta que regresé a Red Desert y supe que ellos estaban saliendo.

—Si todo es como pienso, ese demonio...—Arthur apretó su puño claramente molesto — Solo la utilizó.

—No —solté rápido —Estoy seguro que Damon si quería a Dulce, al menos eso quiero creer, lo de ellos no pudo ser una mentira.

— ¿Por qué lo proteges? Él es igual a toda su familia.

—Yo también soy...de esa familia —logré formular sin sentir asco.

—Pero no eres como ellos, Damián, no veo en ti lo que vi en Damon.

—Arthur, creo que no me trajo aquí para hacer comparaciones —concluí para cambiar de tema, esto comenzaba a estresarme.

—Sin duda, tú eres diferente, lo supe cuando te vi por primera vez....

—Eso...

—Y lo volví a confirmar cuando te vi por segunda vez —terminó mirándome con seriedad —Se quién eres pero todavía no termino de explicarme que haces aquí y con mi hija.

—Le prometí algo a Dulce y yo jamás falto a mis promesas —declaré firme.

— ¿Y qué tan cerca está esa promesa de la realidad? Cuando mi hija regrese y se entere de todas las verdades y mentiras, dejará de verte con los mismos ojos.

—Lo sé y estoy dispuesto a aceptar su indiferencia...—solté rápidamente, después de un segundo noté lo desesperado que había sonado aquello —Solo quiero volverla a ver.

—La volveremos a ver, de eso no tengas dudas.

Arthur se puso de pie y comenzó a caminar hacia la salida de su despacho. Tardé no más de diez segundos comprender lo que había dicho.

— ¿Qué hizo? —pregunté girando en mi asiento para verlo.

Él se detuvo justo en la puerta y volteó para verme.

—Es mi hija —dijo con cansancio —Y aunque los primeros meses, decidí confiar en ti y hacer lo que dijiste de no levantar revuelto pero ya han pasado varios meses sin resultados aparentes...

—Tenemos resultados —me puse de pie —Estamos cada vez, más cerca.

—Pero no lo suficiente —Arthur, cansado aparentemente de no tener a su hija de regreso, me miró exhausto —Damián, ya he denunciado públicamente la desaparición de mi única hija.

Prohibido Odiar a Dulce ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora