34.- Corrigiendo lo incorregible

996 138 21
                                    

Recuerdo la primera vez que ví a Futarou.

Era tan... pequeño, tan inofensivo...

A veces me cuesta creer que es el mismo que sostuve alguna vez entre mis brazos.

No hubo ni una sola complicación el día en que llegó a este mundo, tanto así, que mi esposa pudo regresar a casa apenas un día después del parto.

Al principio todo fue completamente normal, Futarou lloraba y tomaba pecho como cualquier pequeño de su edad.

Pero...

No pasó mucho antes de que Futarou demostrara que era muy diferente al resto de nosotros.

Era disperso, muy disperso, no importaba cuánto le hablara o hiciera caras estúpidas frente a él, sus reacciones siempre fueron... bastante pobres.

Nuestra acción inmediata fue hacerle un chequeo médico completo, después de todo, necesitábamos cerciorarnos de que no hubiese nada malo en nuestro primogénito, y debía ser lo más pronto posible.

"Su hijo está completamente sano".

Esa fue la respuesta que se nos brindó, sin embargo, no conformes con ella, decidimos acudir a otro médico, uno más especializado en temas como ese.

"Lo siento, pero no hayamos nada fuera de lo común en Futarou".

Básicamente era lo mismo que ya habíamos oído con anterioridad.

Tras hablarlo un poco, mi esposa y yo decidimos que en vez de precipitarnos en buscar otro médico primero dejaríamos pasar un par de meses.

¿Quien sabe?

Tal vez y Futarou solo necesitaba un poco de tiempo.

>>>

Así fue como pasó otro medio año.

Milagrosamente las cosas habían mejorado bastante para Futarou, de hecho, había superado nuestras expectativas con creces.

Él ahora tenía poco más de un año, pero ya podía caminar y hablar sin ningún problema, incluso lo hacía más fluidamente que otros niños de su edad.

Aunque... igual no era muy hablador que digamos, usualmente prefería pasar el tiempo mirando la televisión o haciendo algo de su completo interés.

Podía decirse que ahora era como cualquier otro niño... más o menos.

Él... bueno...

Aprendía muy rápido, por no decir a un ritmo alarmante.

El televisor, el microondas, mi teléfono celular o cualquier aparato que tuviéramos en casa, Futarou solo necesitó observar para poder entender como y para que funcionaban las cosas que tenía a su alrededor.

Y su comprensión mejoraba a cada día que pasaba.

Jaja, incluso una vez intentó usar el retrete por su cuenta, pero aún era muy pequeño y no alcanzaba a llegar bien.

En fin.

Nunca fui un hombre de estudios como sabrás, así que verlo me hacía sentir bastante orgulloso, y me hizo poner muy altas expectativas en él.

¿Y qué padre no haría lo mismo?

Si un día notas que tu hijo ya es capaz de leer el periódico como todo un profesional, y que además goza de una insaciable hambre de conocimiento a sus tres años de edad… bueno, es difícil no pensar que tiene un gran futuro por delante.

Después de todo, Futarou era un genio, en toda la extensión de la palabra.

El único problema que veía ahora es que seguía sin ser muy expresivo, aunque igual asumí que era poco lo que podía hacer por él.

Las 5 Fases De Mi PlanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora