04. Mejores amigos hasta el final

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B E N

Era lunes por la mañana y seguía sin poder creer que me encontraba en la escuela. 

El motivo principal de mi llegada tan temprano al instituto había sido que todo el fin de semana me había estado preguntando cómo se encontraba Liv después de la llamada de Daimon el viernes pasado. 

¿Por qué no la llamaste cómo la gente normal?

Mi conciencia tenía algo de razón la pude ver llamado como lo hacía la gente normal pero siendo sincero ni su número tenía. Ya que se me hacía más divertido el toparnos así y porqué cada vez que la veía se me solía olvidar pedírselo.

Ella había dicho que estaría bien, que Daimon no se atrevería a ir a su casa y armarle un teatro tan tarde pero que posiblemente inventaría cosas y estarían enojados por algunos días pero que después todo volvería a la normalidad. 

Acaba de entrar Luke al salón corriendo hacía mí con una cara de reproche y a la vez curiosidad.

—¡Ben! —alzó un poco la voz, sentándose en la butaca delante de la mía.

—¿Qué?

—¿Por qué no me dijiste que el viernes pasado nos cancelaste por ir con Liv?

—Ah, espera.. ¿Qué?

—Daimon le dijo a Crisstel que por eso nos cancelaste. Que él los vio juntos.

—Con que a eso se refería Liv —murmure.

—¿Qué dices?

—Nada, no les cancelé por eso —defendí. 

—¿Entonces?

—El viernes pasado tenía que ir a ver las estrellas. Ya lo sabes, mi tradición inventada.

Abrió los ojos como platos.

—No me digas.. qué..

—¿Ah?

—¡¿CÓMO PUDISTE LLEVARLA A ELLA A VER LAS ESTRELLAS?! —preguntó con gran enfado.

—No sé sólo no quería ir solo.

—Pero yo te he pedido cómo unas mil veces que me lleves y siempre te niegas.

—Ya te lo dije sólo no sé.

—Cuando Daimon dijo que los vio, pensé que.. —lo corté de inmediato. 

—Ni se te ocurra decirlo, avisó. 

—Está bien, relájate —me miró con algo de confusión—. ¿Qué es lo que ocurre?

—Ya te lo dije.

—Sólo me has dicho: No lo —cuestionó, haciendo comillas con las manos al decir la última palabra. 

—¿Debería prepararme para el teatro que me montara Crisstel? 

—Posiblemente un poco —me miró de reojo—. Aunque ya no hay tiempo, ahí viene.

Una historia fugaz ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora