18. La historia que jamás debe ser contada

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"La historia que jamás debe ser contada:
Contada por Oliver Marchand"

L I V

Oliver Marchand lo conozco hace ya más de dos años —debido a Daimon— aunque en persona muy poco. Las pocas veces que habíamos interactuado era gracias a Benibú. 

Hablando de ese odioso chico tenía ya un buen rato esperándolo para irnos juntos. Oliver también lo esperaba aunque siendo honesta no sabía exactamente para qué. 

—¡Oh, mira ahí vine! —dijo el castaño.

Enseguida voltee para decepcionarme.

—Ah, no, no era —murmuró para luego voltear y recibir a quien venía—. ¡Pero es Kai Durand!

Si era la misma chica que le había hablado a Benjamín el día que lo conocí.

—¿Ben, ya salió? —preguntó.

Al parecer al pelinegro hoy todos lo querían ver.

¿Acaso ya se habían enterado que estaba soltero?

—No, de hecho también lo estamos esperando —respondió el chico viendo que yo no lo haría.

El ambiente se espesó un poco.

Y entonces..

—¿Y si les cuento una historia? —soltó de la nada pero muy entusiasmado Oliver que fue imposible decirle que no.

—Claro... ¡Seguro! —dijimos casi al mismo tiempo Kai y yo.

Sin pensárselo dos veces empezó a contar y nosotras nos acercamos más.

—Había una vez cuatro familias muy poderosas debido a sus empresas. Tres de ellas habían decidido unir sus empresas para crear una alianza donde todo fuera igualitario. ¡Claro entre comillas!.. ya que en esta famosa alianza siempre hubo una que resaltaba más que las demás. 

—¿Y luego?—cuestione. 

—Al parecer la que más resaltaba se dio cuenta que la cuarta familia que no accedió a la alianza resaltaba igual que él y sin ningún tipo de alianza o método extraño.

—¿Y entonces? —cuestionó Kai ahora.

—¡Esperen, joder! —dijo—. Bueno, entonces él que más resaltaba en la alianza trató de convencer a la última familia que faltaba de unirse a ellos pero no lo logró. 

Luego de decir eso abrió su botella de agua y bebió de ella con tanta calma como pudo para luego seguir:

—Y como todo juego de la actualidad: si no estás conmigo, estás en contra —río por lo que iba a decir— y pium, pium.. ¡¡PIUUUUM!!

—¿Qué fue eso, Oliver? —pregunté. 

—Balazos. ¿No es obvio?

—¡Madura estás en tercero de preparatoria! —se burló la chica a mi lado—. Pero bueno, ya continua de una vez. 

—Eso es todo. 

—¿Qué? —dijo Kai—. ¡Eso no puede ser verdad!

—¿Y el final feliz? —opiné. 

—En este cuento no hay, Ratatuela. 

—Qué farsa. —refunfuñe.

—Bueno si hay más. ¡Ya guarden silenció! —suspiró cansado de nuestras quejas para luego continuar con la historia—, Al parecer el abuelo de la cuarta familia se dio cuenta mucho después de lo ocurrido y amenazó con mandar a la cárcel a la responsable de ésto.

¿A la empresa que más resaltaba en la alianza?

Volvió a suspirar como preparándose para decir lo siguiente:

—Pero él pilar de la familia y empresa que más resaltaba en la alianza al darse cuenta de lo que planeaba hacer el abuelo de cuarta familia ahora difunta ordenó condenar a él menor de su familia a asumir la culpa y cargar con el peso de ello ya que así el cargo sería mínimo y más fácil de limpiar.

—No entendí —comenté siendo lo más sincera posible. 

—En simples palabras un heredero creció con traumas.. ¡y no me quiero imaginar con qué problemas más!.. pero sobre todo con la etiqueta de ser un asesino cuando él no tenía porque pagar más que por haber nacido en una familia tan asquerosa como la que le tocó. 

—Odió éste tipo de historias —murmuró Kai.

—¿De dónde sacas tus historias? —pregunté—, porque qué malos gustos.

—Esa historia es real —dijo muy firme el chico.

—¿Qué? —cuestionó la castaña—. ¿Por qué entonces yo nunca había oído hablar de ella?

—Tal vez porque su nombre es: La historia que jamás debe ser contada.

—¿Y si jamás debe ser contada porque no las contaste? —pregunté. 

—Porque a veces hay excepciones, Ratatuela. 

En ese instante nunca hubiera comprendido que más que contarnos una historia quería decirnos algo para evitar daños futuros pero bueno solo queda decir que: La historia que jamás debe ser contada siempre debió haber sido contada.

—¿Nos vamos? —dijo Ben una vez salió. 

—Claro que sí, benibú. 

Una historia fugaz ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora