14. La botarga

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L I V

Habían pasado dos días después de que todo había colapsado aunque a mí, Daimon me había ido a buscar al siguiente día pidiéndome disculpas y también diciéndome que regresaramos.

Cómo toda chica tonta no supe como negarme así que no lo había hecho. 

Era de nuevo oficialmente la novia de Damon. 

Venía saliendo de clases justo cuando me llegó un mensaje de él. 

[Daimon Dupont: ¿Puedes pasar a la farmacia a comprarme pastillas para la gripe? 1:32 p.m.] 

[Claro que sí. 1:33 p.m.] 

Tomé rumbo a la farmacia juntó a mis dos amigas de clase Cleo y Xía. 

Cuando llegamos al lugar nos encontramos afuera de ella a una botarga bailando y haciendo cosas que puesss… hacen las botargas. Ya sabes promocionar la farmacia y eso. 

—¡Veeen, Liv! —dijo Cleo—. Vamos a bailar con la botarga. 

¿Qué?

—No, que vergüenza. 

—Da igual, Liv. ¡La botarga no nos conoce!

—Es qué..

—¡Vamos, andaa! 

No sé.

¿No sé?

No sé en que momento para ser exacta me lograron convencer. El punto es que me encontraba bailando junto a la botarga, Cleo y Xía. 

Realmente estábamos haciendo el ridículo: Cleo le perreaba a la botarga mientras Xía grababa y bailaba de una forma extraña pero cool... pero yo, soy Liv la chica que lee libros la mitad del tiempo así que intente hacer el famoso paso de la protagonista —ya saben ese cuando le baila al prota— seré sincera, no sé, si me salió bien o mal pero la botarga o quien estuviera dentro de ella se me quedó mirando. Estuve segura de eso. 

Después de terminar de hacer el ridículo la botarga se quitó la cabeza de esta así dejándonos ver el rostro de la persona que estaba dentro de ella. 

—¡Es Benjamínnn Royyy! —dijo Cleo emocionada—. ¡De tercer año! 

¿Es en serio, mundo? 

Acabó de hacer el ridículo frente a Benibú por más que intentaba la sangre no me cabía dentro del cuerpo. 

—Ese soy yo. —respondió Ben con cierto tonito de alardear.

—¿Qué haces aquí? —cuestione.

—¿No puedo sólo estar vestido de botarga y estar bailando por aquí? 

¡AAAAAAA ME CAÍA TAN MAL! 

—¡Discúlpenme, chicas! —dije—. Tengo que hablar tantito en privado con está botarga —sin más me lo llevé unos cuantos metros alejado de ellas, ya que se lo estaban comiendo con la mirada— ¡¿Qué demonios haces aquí, vestido de botarga?!

—Andamos de mal humor hoy, ¡eh! —fue lo único que soltó. 

—¡¿Qué haces aquí?! —le exigí saber.

Una historia fugaz ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora