Capitulo •26

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Andrea

Algunos días pasaron. Sam se encargó de dejar sus negocios ordenados para que Raphael y mi padre se encarguen solo de hacer entregas.

Últimamente no me sentía bien, tenía dolores en el estómago, mucho sueño y dolores de cabeza, mi madre me cuidaba y lo hacía Victoria.

- Sam, duele. ¡Sacalo!

- Tranquila, el dolor es temporal.- Me dijo agarrándome con un poco de fuerza para inmovilizarme.

- ¡Sácalo!- Grité con desesperación.

- Ya falta poco, pero deja de gritar. Tu padre me matará si lo sabe.

- Fue tu culpa, tu me hiciste subir por esas malditas manzanas, ¡Ahora sácame esa astilla!

- Si te quedaras quieta, sería más fácil sacarlo.

- ¡Pero duele!

- Dios, deja de gritar, Andrea.- Pidió molestandose.

¿Cómo llegamos a este momento?

No viajamos a Atenas, vinimos a una tierra lejana propiedad de Manuel y Raphael.

Ellos nos la ofrecieron para estar solos y nos pareció buena la idea de convivir sin artefactos electrónicos. Lejos de la civilización.

Sam dijo que me subiera al árbol para sacar unas manzanas, que se veían tentadoras, y como yo era la más baja y ligera, le hice caso. Resbale y una astilla algo grande se clavó en mi cintura, al estar en pantalón y un top.

Mis padres habían llegado para dejarnos algo de comida y dinero, para emergencias y se irían en unas horas.

- Ya está.- Dijo soltandome.

- Por fin, tenías razón, ya no duele, solo es incómodo.

- Si, ven. Vuelve a subir, esa manzana me está llamando.- Lo miré y me crucé de brazos.

- Si tanto quieres esta estúpida manzana, sube tú.- Le dije caminando hacia la casa.

- Amoor.- Me llamó alargando la "O" para dramatizar.

- No, Samuel André Salvatorre Miranda, alias intenso. Sube tú por tu manzana.

- ¿Cómo me llamaste?- Preguntó atrapándome entre sus brazos, antes de llegar a la cocina.

- Samuel André Salvatorre Miranda.- Repetí.

- Lo otro, el alias.

- Alias "El intenso".- Lo reté.

- Verás como me pondré de intenso.- Amenazó besando mi cuello.

- Mis padres están aquí. Detente, niño.

- ¿Niño? Tengo 21. Tu eres la niña aquí.

- Pareces un niño de 16, queriendo follar en donde sea, como si fueran conejos.- Soltó una suave carcajada cerca a mi oído.

- Y tú no tienes problema con eso, no quieras hacerte la más madura, apenas tienes 18.- Me susurró.

- Y soy más madura.- Afirmé.

- Madura la que tengo abajo, querida.- Me dijo luego de dejar un beso en mi mandíbula.

- Eres un sucio, aléjate, cochino.- Le dije riéndome y soltó un poco su agarre.

Continuó diciéndome vulgaridades al oído, a lo que yo respondí riéndome, cuando oímos pasos y mis padres entraron a la cocina.

- Papá.- Lo saludé.

AndreaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora