Capitulo •31

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Andrea

¿En que me quedé?

Ah, si.

Los disparos son cada vez más fuerte, en el techo, por los lados de la casa.

- ¡No salgan de ahí!- Nos gritó Vicente.

Victoria comenzó a temblar y la tuve que abrazar con dificultad, mi vientre comenzaba a doler por la presión, así que me puse boca arriba.

Pasos rápidos se acercaban a la habitación, muchos.

Mi pulso se aceleraba y Victoria apretaba mi mano con miedo.

Disparos contra los lados de la puerta, para luego abrirse.

Entraron dos hombres encapuchados, con vestimenta del ejército y con armas en mano.

Se quitaron los cascos y los pasamontañas.

Manuel y Christopher.

Manuel corrió a sacarnos de abajo de la cama y me abrazó.

Christopher le puso su chaleco a Victoria y Manuel, el suyo, a mi.

- Vamos a salir por la escalera de atrás. Samuel y Raphael nos están esperando en la entrada principal, los disparos van a continuar, pero necesito que seas fuerte. Aún más de lo que ya eres, Ann.- Me dijo Manuel. Asentí.

Vicente me dio una pistola y miró por el pasillo para asegurarse de que no viniera nadie y nos hizo una seña para salir.

Corrimos a las escaleras, siempre vigilando nuestras espaldas.

Manuel tuvo razón, los disparos no cesaron.

Llegamos a la entrada principal y cuando salí levanté la mirada para ver a más hombres llegar.

A paso firme, armados y dejando a muchos cadáveres detrás de ellos.

Raphael, mi padre y Samuel venían como si estuvieran tranquilos.

Pasos seguros, como si fueran los dueños de este lugar, fuertes... siendo ellos mismos.

Parecían sacados de una película de acción, con armas en mano y a paso lento.

Samuel se quitó por completo el pasamontañas y lo tiró al suelo. Pude ver sangre en su hombro cuando quitó su chaleco antibalas, le habían disparado pero parecía no dolerle.

Corrió hacia mi y estampó sus labios sobre los míos.

Tomó mi mano y la llevó a su espalda para que yo lo abrazara, puso sus manos en mis mejillas y movió su cabeza hacia al lado para intensificar el beso.

Cuando el aire comenzó a faltar nos separamos y dejó pequeños besos sobre mis labios y mi frente.

- No sabes como he estado mientras no te tenía a mi lado, Andrea.- Susurró abrazandome.

- Yo también te extrañé, Sam.- Le dije pegándome a él. Se quejó -. Lo siento.- Me disculpe recordando la herida en su hombro.

- Lamento interrumpir, pequeña.- Habló Vicente.

- Debemos irnos, Enzo puede llegar en cualquier momento.- Continuó Manuel.

- ¡Nos vamos! ¡Ahora!- Gritó Samuel, sin separarse de mi.

Subimos a las camionetas y salimos de la mansión.

Samuel en ningún momento se separó de mi, siempre me abrazó hasta que llegamos a mi casa.

Cuando llegamos mi madre y Samantha nos esperaban sentadas en el sofá del salón.

El vientre de Samy era más grande, ya tenía 5 meses y se le veía tan bien.

AndreaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora