Capítulo •19

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Antes de leer:

En este capítulo habrá violencia domestica y violación. Si no te gusta este tipo de contenido y eres muy sensible, por favor, no seguir leyendo. 

Si no tienes problemas, te invito a seguir con la lectura.

Consejo: 

Si sufres de violencia domestica, psicológica, o cualquier otro tipo de violencia, comunicarte con el numero de emergencia de tu país y buscar ayudar con alguien de confianza que pueda actuar. 

Recuerda: NO ESTAS SOLO/A

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Andrea

Seis... siete... ocho golpes... 

- ¡No! ¡Detente, por favor! 

- ¡Para que aprendas a no sonreírle a todos esos idiotas! ¡¿Crees que no vi como te miraba el mesero?!- Gritó mientras detenía los golpes de su cinturón. 

- Ya... por favor, detente... Omar.- Rogué con poca fuerza que tenía en ese momento. 

Sus golpes se impactaron en mi espalda baja tres veces mas y se detuvo. 

Se sacó el preservativo, le hizo un nudo y lo tiró al tacho de basura que tenía bajo su escritorio, para ponerse su bóxer. 

- Vamos a ducharnos. Hoy quiero cenar con mis suegros.- Ordenó -. Levántate, Andrea. 

Me puse de pie, todo mi cuerpo temblaba de miedo. 

Omar tiró el cinturón a un lado de la habitación, me tomó del brazo y me tiró hacia su baño. 

- Espero que nunca más se te ocurra coquetear con otro, cariño. 

"Maldito cínico." 

- Y créeme, yo jamás estuve con Jenn, esos son chismes de otras niñas. ¿Entendiste?

- Si...

El agua cayó por mi cabello desordenado, cubriendo un poco mis pechos y mi espalda. 

Omar entró a la ducha y apartó mi cabello para masajear descaradamente mis senos, dolía. Dolía mucho.

- Omar...- Rogué para que me dejara. 

- ¿Qué? ¿Acaso no puedo tocar a mi novia?

- Me duele...- Le dije y no le importó. 

Me pegó a la pared, mis senos y el lado derecho de mi cara quedaron pegados a la helada pared.

Curveó mi espalda y entró en mi tan fuerte como pudo, para empezar a moverse sin importarle mi llanto ni mis quejidos, mucho menos le importó como me sentía yo. En esos momentos, donde no era consiente de lo que hacía, nunca le importaba lo que yo sintiera.

- Eres mía, Andrea. Siempre lo serás."

Desperté sudorosa, me senté en la cama y vi a mi lado un hombre dormido. Mi hombre, mi esposo, mi tranquilidad y mi refugio. 

Samuel.

Se veía tranquilo, su cabello desordenado y sus mejillas ruborizadas. 

Lo abracé y tracé líneas imaginarias sobre su abdomen desnudo. Se removió e inconscientemente se giró a mi, me abrazó y siguió durmiendo. 

AndreaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora