Capitulo •28

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Andrea

- He visto tantas mujeres en las calles, pero definitivamente, ni una se compara contigo, amor.- Dijo Enzo, tomando mi mano para acercarme a él.

Me puse un vestido sin escote, rojo, corto e informal, nada que ver con el ambiente.

- Guárdate los piropos, no me gustan.- Dije tajante, quité mi mano y me senté en una de las sillas de la terraza.

- Andrea, esto se hará más fácil si cooperas. No te he mentido en nada, estoy tratando de conservar la paciencia y no manejar esto a mi manera, créeme, no me lo estás dejando fácil.

- Si voy a estar aquí, indefinidamente, quiero una cosa.

- Depende.- Respondió, se sentó en su silla frente a mí y entrelazó sus dedos sobre la mesa.

- Ver a mi familia una última vez.- Pedí.

- Imposible.

- ¿Por qué? Son mis padres, necesito despedirme de ellos, decirles que estaré bien y que los mantendré al tanto sobre mi.- Insistí.

- Dije no, deja de insistir.

- Pero...

- ¡Dije que no!- Gritó luego de golpear la mesa.

- Bien, pero no esperes que sea amable, mucho menos que te respete. Para mi no eres nadie.- Dije poniéndome de pie y caminando hacia la escalera.

- ¡Regresa!- Gritó tirando todo lo de la mesa.

- ¡Enzo!- Gritó otra voz masculina.

Sentí mi corazón apretarse, mis músculos se tensaron, mis ojos vibraron con lágrimas llenándolos.

- Samuel, querido ex socio. ¿Que te trae por aquí?- Preguntó Enzo, hablando como si viera a un amigo de toda la vida con quien no tuvo problemas.

- ¡¿Donde tienes a mi esposa?!- Gritó Samuel, bajé las escaleras y lo miré.

Su pecho subía y bajaba por su acelerada respiración,  su arma estaba en su mano.

Nuestras miradas se encontraron, sentí nervios, rabia, tristeza, decepción.

- ¿Tu esposa? Querrás decir, mi futura esposa.- dijo Enzo -. Porque, como habíamos dicho, Andrea sería mi esposa en cuanto regresara.

- Ella se enamoró de mí, es mi esposa y será siempre, la única mujer en mi vida.- Se defendió Samuel.

- Perfecto, que ella decida si quedarse o irse a seguir viviendo con un mentiroso, o sea, tú.

- ¿Amor?- Dijo Samuel girando a verme.

Recordé todo lo que Enzo me contó sobre Samuel.

Samuel no solo me mintió, también permitió que me enamorara de él, confiara en él y hasta cambiara mi vida, todo por él. Siempre ha sido por él.

Caminé a Enzo, me abracé a su brazo y trague para tomar valor y mirar a Samuel. 

- Vete.- Susurré.

- Ya escuchaste, amigo. Mi mujer quiere que te vayas. Y por cierto, estás invitado a nuestra boda, será en unos meses. ¿Cierto, amor?- Preguntó mirándome. Yo no respondí, solo miré a Samuel tratando de no llorar.

- ¿Ann?- Susurró Samuel - ¿De verdad piensas quedarte con un completo desconocido? Él solo te secuestró mientras yo...

- ¿Tú?- Pregunté interrumpiendolo -. Tú solo me engañaste para acercarme a ti,  aprovechaste que mi padre necesitaba esa operación para luego cambiar mi vida drásticamente.- Dije acercándome a él -. No solo no he podido dormir en paz, sabiendo que alguien en cualquier momento puede matarte, también he arriesgado mi vida aún más de lo que ya lo he echo.- Llegué frente a él y apreté los puños -. Y ahora te quiero lejos de mi y de mi hijo.

AndreaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora